La guerra ha dejado, muerte, desplazamiento y miseria.
Un llamado directo del Papa Francisco al presidente de Rusia, Vladimir Putin y al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky para que detenga la guerra y abrirse a propuestas de paz sería. Hay un profundo dolor por la sangre derramada y una firme condena al riesgo de una escalada nuclear de consecuencias catastróficas.
¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la guerra nunca es una solución, sino sólo destrucción?, se preguntó el Pontífice este mediodía en Roma, antes del rezo del Ángelus.
«Me afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me duelen los miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin casa y amenazan con el frío y el hambre a vastos territorios», manifestó el Papa Francisco.
«En nombre de Dios y en nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables. Y serán tales si se fundan en el respeto del sacrosanto valor de la vida humana, así como de la soberanía e integridad territorial de cada país, como también de los derechos de las minorías y de sus legítimas preocupaciones», agregó el Pontífice.
«Deploro vivamente la grave situación que se ha creado en los últimos días, con nuevas acciones contrarias a los principios del derecho internacional. De hecho, aumenta el riesgo de una escalada nuclear, hasta el punto que hacen temer consecuencias incontrolables y catastróficas a nivel mundial», terminó diciendo la máxima autoridad de la Iglesia Católica,