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Psiquiatra: PSICÓPATAS

Las diversas caras que muestra los políticos a los electores

 

 

 

El psicópata o sociópata necesita desestabilizar siempre las cosas aquí y allá.

 

Hugo Marietán

Psiquiatra 

El  psicópata ama el poder. Usa a las personas para obtener más y más poder, y las transforma en cosas para su propio beneficio. Esto no quiere decir, desde luego, que todos los políticos o todos los líderes sean psicópatas, ni mucho menos, pero sí que el poder es un ámbito donde ellos se mueven como pez en el agua.

Personalidades atípicas, que no necesariamente son las que protagonizan hechos policiales de alto impacto. Porque, precisamente, la alusión no se dirige a los asesinos seriales al estilo de Hannibal Lecter, el perturbado psiquiatra de El silencio de los inocentes, sino a aquellas personalidades que Marietán define como los «psicópatas cotidianos». Personalidades especiales, pero que no sólo se adaptan perfectamente al medio, sino que también suelen estar a nuestro alrededor sin mayores estridencias. Y más aún: muchos suelen llegar a la cima económica, política y del reconocimiento social.

El psicópata es un mentiroso, pero no es un mentiroso cualquiera. Es un artista. Miente con la palabra, pero también con el cuerpo. Actúa. Puede, incluso, fingir sensibilidad. Uno le cree una y otra vez, porque es muy convincente.

El psicópata no es un enfermo mental, sino una manera de ser en el mundo. Es decir: una variante poco frecuente del ser humano que se caracteriza por tener necesidades especiales. El afán desmedido de poder, de protagonismo o matar pueden ser algunas de ellas. Funcionan con códigos propios, distintos de los que maneja la sociedad, y suelen estar dotados para ser capitanes de tormenta por su alto grado de insensibilidad y tolerancia a situaciones de extrema tensión.

No hay «tipos», sino grados o intensidades diversas. Así, el violador serial sería un psicópata más intenso o extremo que el cotidiano, pero portador de la misma personalidad.

Estos individuos son tan egocéntricos, insensibles, y manipuladores como el psicópata criminal promedio; sin embargo, su inteligencia, los antecedentes familiares, las habilidades sociales y las circunstancias les permiten construir una fachada de normalidad y para conseguir lo que quieren con relativa impunidad.