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DEUDA IMPAGABLE CON EL MEDIO AMBIENTE

DEUDA IMPAGABLE CON EL MEDIO AMBIENTE

A lo largo de más de doscientos años de industrialización, la humanidad ha contraído una deuda con el medio ambiente que la vio nacer: hemos tomado materiales y sustancias a nuestro antojo, las hemos modificado y luego arrojado sin importarnos cómo ni cuánto le toma a la naturaleza recuperar su balance, ni cuáles puedan ser las consecuencias a largo plazo de nuestros modelos de producción. Y como todo el mundo sabe a estas alturas, es posible que esté próxima la fecha de pago.

En la naturaleza, como en la economía,  los recursos son finitos y escasos. No existe casi ninguno que podamos utilizar de manera indiscriminada y eterna, o al menos no sin tener que enfrentar cierto tipo de consecuencias imprevisibles. Ello se debe a que el sistema físico, químico y biológico que sostiene el medio ambiente es extremadamente complejo, demasiado para que podamos aspirar a entenderlo de buenas a primeras, y sin embargo eso no nos impide explotarlo como si de una mina de oro inacabable se tratase. Y hoy en día, la moneda de dicho préstamo se llama energía.

El problema de la obtención de energía

La energía, como sabemos, es constante en el universo. No puede crearse ni destruirse, pero sí puede transmitirse y transformarse. Y esto último es lo que mejor hemos aprendido a hacer con el pasar de los tiempos, sobre todo a la hora de generar energía eléctrica, que consumen todos nuestros aparatos y nos permiten sostener un modelo de vida. Utilizamos esta energía para producir, para enfriar o calentar nuestros hogares, para iluminar nuestras noches y entretener nuestros ratos libres, sin tener demasiado en claro de dónde viene y cuánto cuesta conseguirla.

No existe, es importante saberlo, ninguna forma limpia y 100 % ecológica de obtener energía. Todos los métodos que hasta ahora conocemos tienen lo que podríamos pensar como efectos colaterales, aunque unos sean mucho más perniciosos a gran escala que otros. La combustión de sustancias fósiles, por ejemplo, es la más eficiente de todas las maneras que conocemos de obtener energía, pero es también la que más costo tiene, tanto en su extracción, procesamiento y empleo.

Otros métodos, como la energía eólica, suponen un impacto tremendo en la fauna local y generan ruidos molestos a kilómetros a la redonda, mientras que la energía hidroeléctrica  arrasa con los ecosistemas acuáticos y requiere de la modificación de los cursos de agua. Nada es 100 % verde.

Una deuda con el futuro

De modo que, si entendemos como algo inmoral endeudar a un país durante varias generaciones, ¿Cómo no vamos a pensar del mismo modo nuestra creciente e impagable deuda ecológica con el medioambiente? ¿No estamos empeñando el futuro de nuestra especie por enriquecer hoy a unos pocos? Tal vez ha llegado el momento de emprender una austeridad ecológica. Y como siempre pasa en los escenarios de crisis, la lucha será por determinar a quién corresponde pagar cuáles porcentajes de la deuda. Es hora de comenzar a pensar en estos asuntos.