Esto está al revés.

Pago por ver un partido a través de Win Sports. Si no pago, graves. Es lo más barato para presenciar un espectáculo en Colombia.

¿Ir a un concierto? Ni modos, hay que tener al menos 400 mil pesos para la boleta, un tentempié y los taxis. ¿Ir al estadio? Ni modos, si acaso a las finales o a los cuadrangulares si pasa el equipo.

Total, la televisión sale más económica.

Entonces preparé una cerveza bien fría, unos pasabocas, silencio total y me apresto a ver un partido entre Millonarios y Deportes Tolima en Ibagué. Los 4 hijos pequeños se alistan para acompañar al partido. Igual, Colombia sub 20 clasificó al mundial de Indonesia.

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Hay fiebre de fútbol.

Todo va bien. No ha comenzado el partido en Ibagué. De pronto un tipo salta las barreras de seguridad, corre y le asesta un golpe en la cabeza a un jugador de Millonarios. El deportista, atolondrado por el golpe, reacciona y ayuda a la policía para que lo capturen.

Los hinchas del Tolima aplauden al agresor. Le tienen bronca al de Millos por haberse salido del equipo y pasarse al azul y, además, por haber desperdiciado un penalti ante el Nacional en 2022. Es una rencilla acumulada.

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El árbitro, el señor Roldán, no ha empezado el partido, pita de inmediato, sin pensarlo, la tarjeta roja y expulsa al jugador.

Los jugadores de Millonarios se van para el camerino porque no hay seguridad. Los obesos policías escasamente corretearon al agresor.

El presidente del Tolima sale y dice que se debe jugar el partido y que los de Millonarios tienen miedo de jugar. Pues claro.

El árbitro dice que se puede reiniciar el partido, pero sin Castaño, el golpeado y que le debe caer todo el peso de la ley por haber agarrado a su agresor. Qué vaina la justicia al revés.

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Los periodistas opinan, sacan reglamentos, unos a favor del ofendido, otros vitorean a los hinchas, unos más dicen que están de acuerdo con el señor Camargo, unos más, apoyan a Gamero que dice que juega el partido, pero si le quitan la sanción impuesta a su jugador, el árbitro dice que la ley es la ley, los hinchas gritan.

El bus donde estaban los jugadores de Millonarios es apedreado.

Las redes sociales explotan y los grupos de WhatsApp aparecen con amenazas de todo calibre.

En la casa hay hinchas del Tolima y de Millos.

Ya hay versiones de lo sucedido. Unos dicen que se debe jugar el partido a puerta cerrada. Otros, que se debe suspender a Ibagué por lo menos 5 fechas. Unos más que se debe prohibir el ingreso al agresor a cualquier cancha del mundo. Uno más que la culpa es el árbitro. El juez no aparece ahora. Gamero dice una cosa, el presidente del Tolima da más declaraciones. Aparece un comunicado oficial de Millonarios.

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En la casa todo es gritería, los niños no comprenden lo que sucede, me tumban la cerveza bien fría, los pasabocas se los come el perro y hace un reguero por todo lado.

De pronto, llega a la casa la señora y la suegra, no comprenden lo que pasa. Pero con un chillido pone en calma el zaperoco. Me regaña por regar la cerveza y por el desorden que armó el perro. Desconectó el televisor. Nos manda a dormir a todos y me sentencia: «Mañana mismo cancela esa pendejada de Win Sports. Es una orden».

La suegrita dice: «Ese es el único espectáculo gratis que tenemos los pobres. Ver pelear a la familia por vainas que no tienen nada que ver».

Fin de la emisión.