Vero Scarlett
Hace unos días El Fantasma habló con un grupo de jóvenes y les preguntó: ¿Qué música oyen ustedes?
«Hip hop», «reguetón», «música americana» fueron sus primeras respuestas. Luego agregaron que para acompañar unas cervezas lo hacían con música popular, rancheras y unos cuántos vallenatos.
Claro que en la línea vallenata la línea va por Silvestre Dangond, Rafa Pérez y desde luego la reina, Ana del Castillo.
Las miradas se dirigen ahora hacia la joven. Aunque ella habla demasiado en sus conciertos, a sus seguidores les gusta su manera de ser, su belleza, sus fotografías y la selección de canciones.
Cosa curiosa: no pertenece a ninguna compañía de discos.
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Otro de los géneros que más siguen los muchachos es el de las baladas rancheras. Esa mezcla entre bolero, música romántica y con el sonido de trompetas y violines acaparan a los amantes de este género musical.
Pero algo bien extraño, están volviendo al bolero. En este mundo toda va, todo viene.
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Dijo Carlos Gardel en «Volver», uno de sus tangos más sonados que «Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras, te busca y te nombra, vivir con el alma aferrada, a un dulce recuerdo, que lloro otra vez».
Hace ya 25 años cuando la idea de unos talentosos hombres de la música y la radio originó un movimiento musical que ha perdurado: «Los 50 de Joselito».
Nelson Díaz, prodigioso músico, talentoso y productor musical fue el encargado de hacer los arreglos para una nueva agrupación. Raúl Campos, en ese momento director de una emisora de FM y su programador Álvaro «Chocolate» Quintero montaron para ese fin de año un repertorio que incluía canciones de Guillermo Buitrago –el rey de los diciembres—y de Julio Torres.
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El éxito no se hizo esperar y ese año lograron ventas millonarias y detectaron que el sabor tropical de los colombianos seguía vivo para los diciembres.
Han recorrido casi la totalidad de los municipios del país, han estado también en Venezuela, Panamá, México y los Estados Unidos.
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Como «Mi vida es un corrido» se titula el libro autobiográfico de Alirio Castillo, el productor, compositor y promotor musical. Se tomó bajo sus hombros la carga de sacar adelante un género musical en Colombia: «Los corridos prohibidos» que narran escenas dignas de escuchar en la JEP.
«El raspachín» que narra las aventuras de un hombre que se dedica a pelar matas de coca, «Cruz de Marihuana», «El hijo de la coca», «El corrido de Santofimio» y mil historias más sobre la violencia, el narcotráfico y los actos de corrupción que campean por el país, son contadas en este libro de Alirio.
Alirio ha impulsado a decenas de artistas de diferentes partes del país y en un ameno relato cuenta cómo fueron sus inicios, sus luchas, sus amores y las traiciones de sus mal llamados «amigos».
Una novela con todos los ingredientes para conocer la otra historia de Colombia.