Opinión, TOP

EL PIANO CURADOR

Piano

 

David Turbay Turbay

Mi tristeza SE ALEJA SOBRE LAS ALAS del TIEMPO. Hay dolores que duelen por fuera y dolores que te van apagando por dentro. El tiempo, afirmó George Sand, no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece. He decidido decretar la suspensión de mi dolor. La vida es tristeza, pero hay que superarla.

Le he dado a Khalil Gibrand, la razón. La tristeza no es más que una valla entre dos jardines. Y he dado un paso adelante, hacia la alegría aplazada por millares de días. He decido adelantar mi triunfo. He optado por que los últimos dulces que quedan en la cajeta existencial, los empiece a consumir suavemente, sin tormentos.

No he perdido veinticinco años de mi vida. Abrevé en el estudio, en el estudio profundo del derecho, en mirar las gravedades de un mundo sombrío, ansioso de luz.

Y he decidido que, si la felicidad también depende de actitudes, el resto de mi vida no dependerá de decisiones ajenas. El Dante Aligheri anotó que quien sabe de dolor, todo lo sabe. Ello no significa que me declaro perdedor, lo resalto. Por el contrario, porque me sé vencedor, anticipadamente lo anuncio al mundo. La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua.

Malraux enseña que todo hombre se parece a su dolor. El mío es guerrero, es combate, es lucha con honor. Mis hijos me han implorado que no sufra más. Que deje ese tema obsesivo, que soy un inocente
triunfador ante los ojos del mundo. Pero me anotan que daño diario me produce. Cada jornada le agrego afectaciones ciertas a mi salud. Y no sé qué decirles.

Fui levantado bajo principios indomables. Fui creciendo en un mundo plagado de injusticias. Y yo tengo el valor civil de los que no pierden las batallas sin librarlas. No claudico, les he dicho.

Yo soy hijo de David y Julia Turbay. Yo tengo la fortaleza de los cedros de mis antepasados. Y me llamo David, vencedor de gigantes. Pero procuraré mirar el mundo con esperanzas. y soltaré angustias, que no debo acrecentar, pues ponen en riesgo mi propia supervivencia. Y dejaré de ser monotemático. Y avanzaré haciendo otras cosas, para las cuales también nací.

Voy a comprar un piano. Quiero aprender a tocarlo. MI madre lo hacía con maestría, y a mí me alegraba el alma oírla, registrar su excelsa interpretación. Voy a ahogar mi dolor en la música. Que los jueces que estudian, ojalá, mi proceso, desde la óptica constitucional decidan lo que quieran decidir.

Yo oraré mucho, por que lo que hagan sea lo que deben realizar con honor y valentía. Si a tu caudal se le anteponen diques, date una tregua, pero no claudiques. Recreo, ha dicho mi prole. Y yo los complazco. Batalla ha dicho mi sangre, y yo la honraré siempre. Defenderé mi derecho a la alegría, como una trinchera.

Defenderé mi alegría como un derecho, que nadie se equivoque. Sí la defenderé como un destino. Como un principio. Como una certeza. Sí, seguiré esperando justicia, como un principio inamovible del mundo sano. Pero besaré a mis nietos, los llevaré a los parques, compraré lienzos y óleos, compondré canciones, opinaré sobre el país y sus clamores, venceré de todas las formas posibles a la infamia.