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Feliz día de la Madre: PAPA!!!

Samur Turbay

 

David Turbay Turbay

Hoy, 12 de mayo, hace 23 años, falleció mi progenitor. Lo recuerdo todos los segundos, de todos los años. Tuve la oportunidad de alcanzar a verlo. Estaba hospitalizado, en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Bocagrande, en Cartagena de Indias.

Le quedaban pocas horas de vida, dijeron los galenos. MI hermano y yo, obtuvimos el permiso para verlo. Y llegamos a la mencionada unidad de cuidados superiores. Y le dijeron que habían llegado sus muchachos. Y milagrosamente, como si hubiese reforzado por mandato divino sus ganas de vivir, fue recuperándose. Nos abrazaba, nos besaba. A mí me dijo qué bueno poder verte mi pollito.

Y Salió de cuidados intensivos a una habitación normal, pero con vista al mar abierto y cristalino.

Yo había comprado un anillo de esmeraldas, muy bonito.  Mis hermanas habían llegado las cuatro desde Estados Unidos.  A todas se los mostré, y todas lo querían.  Pero eran cuatro, y dárselo a una implicaba dejar a las tres restantes tristes.

Decidí dárselo a la esposa de mi progenitor. Desde su matrimonio en Panamá, al que concurrí, ella fue su leal compañera, su bastón cotidiano. Su apoyo ante las vicisitudes de la vida.

Allí estaba ella. A su lado, tomándole la mano. Viviendo la esperanza de seguir contándolo vivo.

El 13 de mayo de esa anualidad de 2023, se celebraba el día de la madre. Saqué el anillo y le dije a mi Padre. Aquí tienes lo que me encargaste para Sarita. El me hacía gestos para decirme que no lo había hecho. Y yo le dije, que se le había olvidado, que era su regalo por el día de la madre.

El, mi alcahueta de siempre, tomó el anillo y se lo colocó en su anular a su esposa.

Y ella empezó a llorar emocionada. Cómo recuerdo esos momentos de felicidad, para él, para ella, y para mí y todos mis hermanos.

Le había llevado unos chocolates para diabéticos. Los cogió, abrió la caja. Y no permitía que nadie se acercara a ellos.

Llegó el momento de tener que volver a Bogotá. Le dije que volvería en breves días. Me besaba, lloró conmigo. Y secretamente le dije que yo le demostraría al mundo la injusticia de la perversa condena penal, que pondría todas mis fuerzas hasta lograrlo.

Han pasado 22 años, y aún no he podido lograrlo. La validez de mis argumentos es rotunda. Y mi capacidad luchadora, la que heredé de él, es incomparable. Algún día podré cumplirle a mi padre.

48 horas después, el 12 de mayo de 2000 murió mi Jefe. Me derrumbé. Y me autorizaron el regreso a la heroica, para asistir a su sepelio.

La Iglesia de Bocagrande, estaba repleta. Todos SUS AMIGOS, CON SINCERO DOLOR LO ACOMPAÑABAN. El grupo Kanoa, el que él dirigía, se hizo presente en pleno. Yo, estaré siempre muy agradecido con todos ellos.

MI madre, Julia Turbay de Turbay, nos dejó muy temprano.  Un avasallador cáncer privó a la humanidad de seguir contando con la belleza, talento y ejemplar espiritualidad de mi mamita. Muchos la recuerdan. El estadio de fútbol de El Carmen de Bolívar lleva su nombre. Es quizá el único estadio de fútbol en el mundo que honra la vida de una mujer. Han pasado más de 50 años de su partida. No necesitamos que sea el día de la madre para recordarla agradecidos. Yo, sangre de su sangre, la recuerdo con admiración. La escucho en mis soledades, tocando su piano. La canción que me compuso cuando nací, Davidcito lindo, la cantan todos los míos. Un beso dirijo desde hoy hacia el cielo. Un 8 de Enero, ella murió. Me hizo prometerle amos por el pueblo, transparencia en mi conducta, e interpretar la sed de futuro y la voluntad de cambio de los humildes. Y le he cumplido. No me dejaron avanzar más, para registrar una historia de felicidad agradecida de los colombianos. LO INTENTÉ.

Muerta mi madre, mi padre, David Turbay Turbay, como yo me llamo, nombre y apellidos, se dedicó a nosotros. No pensó en él, sino cuando todos estábamos casados con nuestros hogares en flor.

UN día llamó una señora a mi casa, y preguntó por el doctor David. Y él la inquiríó diciéndole cuál de los dos. David Turbay Turbay, insistió la señora, y él le dijo, cuál de los dos por favor. La señora le dijo, el abogado. Papá le replicó nuevamente, cuál de los dos. Ella no se dio por vencida y le dijo señor por favor el político. Y papa le respondió cuál de los dos. Hasta que le señora dijo, mire, por favor, el joven. Y la respuesta fue la misma, cuál de los dos por favor.

Hablamos José Félix y yo, en su sepelio. Y yo recordé su entrega a sus hijos.

Ese día, 13 de mayo, día de las madres, rematé mi discurso, diciéndole con todo mi corazón: Feliz día de la madre, papá!!