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General Rafael Samudio Molina: ABOGADO UNIVERSIDAD LA GRAN COLOMBIA

General Rafael Samudio Molina

 

 

 

Gerney Ríos González 

Un santandereano caribe, hijo de un cotizado ingeniero textil de nombre Rafael Samudio Molina, desde niño vio mover la industria en vivo y en directo en San José de Suaita, un corregimiento del municipio de Suaita fundado en 1699, ubicado en Santander, territorio de la Hoya del río Suárez.

«Consolidado el desarrollo tecnológico en Barranquilla, lugar al cual llegamos cuando tenía cinco años, pues la Fábrica de Textiles Obregón contrató a mi padre para asumir la parte técnica, en una empresa representativa del éxito industrial del Atlántico que proporcionaba productos a todo el país y al exterior», recuerda el general Samudio Molina.

Realizó sus estudios de primaria y secundaria en Barranquilla y de allí partió a Bogotá a la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, fundamento de una serie de éxitos y vicisitudes. En 1955 en el grado de teniente, fue nombrado por el coronel César A. Cuéllar Velandía, gobernador del Tolima, Alcalde Militar del municipio de Ortega al sur, con área cercana a los mil kilómetros cuadrados, un centenar de comunidades indígenas, organizadas en cabildos y resguardos, donde reposan los restos de Manuel Quintín Lame. Año en el que inició actividades académicas la Universidad del Tolima.

Trasladado a la Escuela Militar en Bogotá, inició los trámites para ingresar a estudiar en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad La Gran Colombia con sus compañeros, los también tenientes Héctor Medina Plazas y Jorge Villamizar Ruíz, primeros oficiales de las Fuerzas Armadas en ingresar a la UGC. Con la oposición de muchos y el apoyo de pocos, comenzaron el primer año de carrera en 1957, siendo rector Julio César García y Decano Belisario Betancur Cuartas.

Las anécdotas universitarias están grabadas en su prodigiosa mente, «En la clase de 7 de la mañana, el jurista antioqueño, Gustavo Rendón Gaviria, presidente de la Corte Suprema de Justicia, profesor de las asignaturas de penal y proceso penal, llegaba a las 6 y 30 ¨ante meridiem¨ y tomaba tinto con nosotros sus discípulos; realizaba los exámenes orales en su despacho». Recuerda un hecho que dignifica su responsabilidad académica, «Estando en clase llegó su hijo, tocó la puerta y le informó de la muerte de su madre, se entristeció inmediatamente, continuó su cátedra, términó su exposición y al despedirse nos dijo, voy a acompañar a mi esposa».

A renglón seguido evoca, «Tuve de compañeros a dos sacerdotes dominicos, uno de ellos, Salvador Ortiz Lemos, quien luego dejaría los hábitos, vinculándose a la carrera judicial, siendo magistrado del Tribunal Superior de Bogotá y del Consejo de Estado, a quienes el profesor de Filosofía del Derecho, campeón del desorden, «el loco Ángel Quintero Hernadez¨ les preguntaba en qué idioma querían responder los exámenes, si en latín o griego».

La historia prosigue, «1982 me gradué, presenté la tesis «La Justicia Penal Militar frente a la subversión», que recibió Mención Honorífica de la UGC. Examinadores de la misma fueron Fernando Arboleda Ripoll, magistrado de la Corte Suprema de Justicia; Hugo Humberto Rodríguez Cortés y Salvador Ortiz Lemos, magistrados del Tribunal Superior de Bogotá».

El 23 de enero de1989 presentó cartas credenciales rubricadas por el presidente Virgilio Barco Vargas a su homólogo en las cuales designaba al General Samudio Molina, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Colombia en Chile, donde realizó una gestión visionaria en razón a sus conocimientos geopolítico y estratégico: Integración de las islas de Pascua, Galápagos y Malpelo, dentro del concepto de zona de influencia suramericana en el Pacífico y el marco del entonces incipiente APEC, Foro de Cooperación Asia-Pacífico, establecido con el fin de aprovechar la creciente interdependencia de las economías de la región.

En su gestión diplomática vivificó las relaciones de los prohombres de la independencia de Hispano América, Simón Bolívar y Bernardo O Higgins, dos rectores libertadores del continente que a través de su gesta dieron vida a la independencia de la Grancolombia y Chile. Refirió a las Madres de la Patria, Policarpa Salavarrieta Ríos y Javiera Carrera.

 A partir de 1975 la Universidad La Gran Colombia en alianza con la Escuela de Infantería-Batallón de Bachilleres Miguel Antonio Caro, inició el Ius Humanum, con magistrados integrantes de las Altas Cortes, cuerpo diplomático y organismos internacionales en la creación de una cultura de transparencia y respeto a la vida, acorde con principios globales.