Opinión, TOP

GOLPEADO PERO NO VENCIDO!!

Mi drama

 

 

David Turbay Turbay.

Les expreso a todos 8000 disculpas. No es fácil controlar las acciones cuando se trata de defender la honra, el buen nombre, la dignidad humana. Sé que mando varios artículos al día. Sé que a solo cientos les interesa mi penar. Por ello, me disculpo y ruego al Todopoderoso que no tengan que pasar, ninguno de ustedes, por mi drama.

Las despertadas a horas inusuales, me orientan de inmediato hacia el computador. Las nuevas alternativas defensoras me obligan a plasmarlas en textos escritos. Las dudas jurídicas, que no son sobre la inexistencia de los hechos que dieron pie a mi inmerecida condena, me imponen dialéctica exigente. Y obtenido el camino sustentado, lo correcto es compartirlo.

Muchos me dicen que les envíe los soportes normativos. Otros me solicitan indicarles dónde pueden abrevar en la doctrina internacional. Colegas tienen la conducción de eventos similares que quieren tratar por las mismas rutas del saber que yo he recorrido durante 25 años, y que casi me sé de memoria.

Y gustoso lo hago. La defensa de los derechos sustanciales, debe ser un apostolado de vida, hecho a todas las horas.

Llevo 55 artículos míos divulgados desde que instauré la acción de tutela. Un gran amigo de todas las horas estuvo visitándome el sábado. El, ganador de los premios de periodismo Rey de España y Simón Bolívar, me indicó que estaban muy buenas. Y qué el David Turbay Turbay escritor, también tendría futuro. Y se ofreció para publicarlos a su costo en un libro, al que ya le tiene nombre. Se llamará «Las cincuenta de Davidcito». Serán mis canciones escritos del desespero, de la angustia cotidiana, de la ausencia de respuestas.

Quizá no serán como en la cincuenta de Joselito, las mejores entonaciones musicales de su año. Lo que yo sí aseguro, es que estas, fueron escritas con mi alma. Quizá pudieron ser literariamente más pulidas. Pero jamás podrán ser más sentidas. Son un clamor del corazón atormentado.

Perdón, perdón, perdón, será el título que le pondré a un bolero. Será la sonora expresión por mis errores quizá idiomáticos, por la rapidez con que plasmo mis escritos. Me gustaría que ese fuera el nombre del bolero justo, que se me cantara en una madrugada de esperanzas. Nada es más injusto que una justicia tardía. Pero finalmente sería justicia verdadera. E inscribiría en la historia del país, con tinta indeleble, el registro de las tristezas de un hombre víctima de inauditos entrampamientos y aplicación indebida, arbitraria y dependiente de la normatividad penal.

Mi lucha ha sido por la aplicación de la dogmática penal. Por la aplicación de las desconocidas garantías sustanciales y procesales para un caso que jamás debió ameritar su apertura.

Dios quiera que yo no muera frustrado en ese propósito del luchador insomne.

He dicho que falta ya poco para saberlo. Para conocer si esta fue la vencida. De no serlo, seguirá mi lucha tesonera y vertical. Jamás se doblegará mi condición de luchador de batallas hostiles, en veces perversas y de magnitud, y por una causa grande, la de la protección eficaz de los derechos humanos, así sean los míos. Cuando lo hago, también defiendo los de otros.

Abrigo la respaldada esperanza, de que la injusticia desaparezca. Mi trabajo, mis investigaciones, me permitirán decirle a ella: Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que quieran los jueces te detienen, yo sé que es eso lo que necesitamos, porque quieran o no, del  pueblo, su dueño, es el sueño!!

Mañana revisaré y divulgaré esta, la última crónica. Y desde que lo haga estaré orando a quien todo lo merece. Que se haga su voluntad.

No me indicó el Senado los prometidos días y hora para escucharme en su sesión informal. Los enemigos también se mueven. Y la valentía de algunos caduca, no aguantan un regaño, una llamada de lo pusilánime, en medio del llanto popular. Quién sabe si eso era lo bueno. Mis antepasados me enseñaron que lo mejor es lo que pasa.

No quisieron escucharme los jueces. Quizá no encontraron el texto literal y preciso que los autorizara para oírme. Un juez constitucional siempre debe estar presto para escuchar la voz de las verdades. Con mayor razón tratándose de la defensa y protección de los derechos superiores.

Confiado espero que mis misivas a ellos, les hayan ayudado a encontrar la ruta de la restauración de la vida de un hombre, golpeado pero no vencido!!