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Italiano que reposa en Villanueva: MARIO CARLINI TENZI


Mario Carlini Tenzi

 

 

Juan Celedón Gutiérrez.

Nació en la ciudad italiana de Roma, el 18 de agosto de 1925, donde se había graduado de Ingeniero Eléctrico y trabajó 5 años con el estado Italiano.

Y cuando su patria lo necesitó para expulsar al invasor enemigo, no dudó en hacerlo, lo hizo en defensa de su patria. Alemania nazi se había instalado en Italia durante la Segunda Guerra Mundial.

La Resistenza italiana o Partigiana, (Los Partisanos), fue un movimiento armado de oposición al fascismo, estando allí entonaba el famoso canto: Bella Ciao, (Adiós Bella) es un canto popular de los Askenazis, quienes hablaban yiddish y que fue adoptado como un himno de resistencia antifascista. El final de la resistencia tuvo lugar el 29 de abril de 1945 cuando se rindió el ejercito Alemán.

«Si queréis ir en peregrinación al lugar donde nació vuestra Constitución, id a las montañas donde cayeron los Partisanos, a las cárceles donde fueron presos, a los campos donde les ahorcaron. Allá donde ha muerto un italiano para recuperar la libertad y la dignidad, id, oh jóvenes, con el pensamiento, porque allí nació nuestra Constitución». Piero Calamandrei.

Después de la tragedia que significó la Segunda Guerra Mundial y especialmente para los partisanos, Mario Carlini decidió irse a Venezuela donde llegó contratado por la empresa Westinghouse, en el año de 1958, para trabajar en la construcción de la Hidroeléctrica Simón Bolívar, más conocida como la Represa del Guri. Allí trabajó 33 años. «el mismo día que cayó Pérez Jiménez». Fue condecorado por el gobierno venezolano, a pesar que nunca quiso convalidar su título en Venezuela.

Carmen Cecilia Torres Bermúdez había nacido en San Juan del Cesar (La Guajira) el 21 de mayo de 1929 y como tantos llegó a Villanueva (La Guajira). Ya las noticias sobre el potencial económico de Venezuela era conocido en La Guajira, departamento fronterizo y vecino del Estado Zulia, el más rico de Venezuela por los yacimientos de petróleo que habían encontrado en el año de 1922 y que el dictador Juan Vicente Gómez le permitió a los EE.UU, escribir la ley petrolera de Venezuela.

La primera gran migración de Colombianos se dio en los años 50’s y las noticias que llegaban eran buenas, había trabajo y al cambio de la moneda (bolívar) las ganancias eran exorbitantes. Llego a estar el cambio a 17 pesos colombianos por un bolívar.

Carmen fue a Barranquilla y decidió irse «a probar suerte», en compañía de una amiga de Cartagena llamada Maruja Morales que estaba de paseo en Barranquilla y que su esposo trabajaba en las petroleras del Zulia. Y llegaron a Maracaibo con un permiso fronterizo. Se veía un buen ambiente. Me dijo. Pasados unos meses y al ver  que no regresaba, mi madre fue a buscarme. Le conseguimos trabajo y se quedó un buen tiempo, hasta que la llamaron las nostalgias por su pueblo. Carmen tiene una sonrisa que ni el paso de los años ha podido ocultar. Tiene 93 años.

«Una tarde me dice otra amiga colombiana, llamada Antonia Yepes: vamos a cine y vemos una película. Acepté, teníamos trabajo y era un descanso merecido, y era lo justo.  Y nos fuimos las dos a ver la película. A la salida vimos dos hombres con cara de extranjeros, había muchos en Maracaibo, se nos acercaron y nos saludaron y caminamos juntos y nos acompañaron hasta nuestra casa. Al día siguiente el que iba conmigo se presentó a mi casa, en ese momento supe su nombre: Mario Carlini Tenzi, era de Italia. A los ocho meses nos casamos. Mi mama y él estaban de acuerdo en que eso no era para perder el tiempo» y suelta otra de sus estridentes carcajadas.

Es que mi madre decía: «lo que va a salir mal, sale mal así sea a los 2, 5 o 10 años: lo mismo si va a salir bien. Era el mejor hombre del mundo, me dijo Carmen. Y la sobrina la interrumpe para agregar: «no conozco un ser humano igual a mi papá. El mejor de la bolita del mundo». Y me explica sus razones. Fuimos felices con mi papa.

«Nos casamos y mi amiga se casó con el otro», me dice Carmen Cecilia.

Le pregunto: cuantos hijos tuvieron?

Mira a la sobrina que ellos criaron y me dice:

«No pudimos tener hijos porque él fue prisionero de guerra, es que era partisano, y le hicieron castración química. No me lo dijo antes por miedo a que yo no aceptara casarme con él. Nunca quiso decirme porque no quiso volver a Italia, tal vez lo atormentaban los recuerdos de su época de prisionero  de guerra y la tragedia que significó para un joven profesional y con futuro saber que no podía tener hijos. Viajé muchas veces a Italia y nunca quiso acompañarme, su familia me apreciaba, en alguna ocasión dure 8 meses, es que a veces se internaba en la represa por asuntos de trabajo y era un clima inhóspito y prefería que fuera donde su familia. Tenía un hermano que era obispo. Me muestra unas fotos».

«Carmen es la niña de mis ojos, no sé qué haría sin ella y le pido a Dios que primero muera yo». Decía Mario. Y así fue. Él se preocupaba por los niños de los vecinos, los paseaba, los llevaba a disfrutar de los juegos que había en la ciudad. Veía en esos niños a los hijos que nunca pudimos tener.

Le pregunto: usted de que vive?

Y se ríe al responder: Tengo dos pensiones.

Una del gobierno italiano y otra de la Westinghouse, esta se la regale a una amiga de Maracaibo. Y agrega orgullosa, tengo 3 nacionalidades: Colombia, Venezuela e Italia.

Mario fue fumador de cigarrillos, cuando quiso dejarlo, el cigarrillo se negó a que lo dejaran y como recuerdo le dejo una enfermedad terminal: Cáncer en los pulmones. Tenía 65 años.

La suegra, que había regresado a Villanueva, enfermó y de manera grave, razón que lo obligaba para acompañar a Carmen Cecilia y de paso para conocer el pueblo que vio nacer al amor de su vida.

Es necesario decir que el barrio El Cafetal, de Villanueva, esta conformado por un núcleo humano homogéneo y propietario de todas las fincas de la cordillera que adornan el paisaje que hacen de Villanueva un pueblo atractivo. Allí está el famoso Cerro Pinta’o. Estando allí lo sorprende la muerte de su suegra.

No imaginó un italiano, nacido en la ciudad eterna, como era un funeral y sepelio de nuestros muertos. Todos los residentes del Barrio se van turnando y acompañaban 9 días y noches y madrugadas, a los deudos del difunto, – hasta que la modernidad acabo con esta costumbre y la volvió un gran negocio – esto le produjo a Mario un impacto tan fuerte que lo llevo a decirle a su señora «cuando muera, quiero que me entierres aquí»; él sabía que al morirse nosotros regresaríamos a Villanueva y no quería quedarse solo. Tal como lo pidió el Ingeniero Mario Carlini Tenzi fue enterrado en Villanueva y fue acompañado por todo un Barrio que nunca deja solo a sus muertos.

En el cementerio Central de Villanueva (La Guajira) reposan los restos de un Italiano que se alistó en las filas de los Partisanos en defensa de su Patria y que nunca quiso volver a su tierra. Y prefirió que sus restos quedaran para siempre en el mismo lugar donde Carmen Cecilia Torres, el amor de su vida, lo iba a acompañar para siempre.

Carmen Cecilia Torres Bermúdez