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LA VIDA DE UN PENALTI

PENALATI

 

 

Esteban Jaramillo Osorio

No puede ser un penalti la antesala de la muerte, como ocurrió con Andrés Escobar.

Es un momento de tensión, nervioso para todos por igual, que desborda en celebraciones, es motivo de disparates, provocaciones, desahogos y revanchas, pero no puede, por sus efectos, llevarse a los extremos.

Un penalti es una jugada más que representa cobros exquisitos o errores penosos, en partidos trascendentales o en juegos de potrero.

Frente al arco, a pesar de la ensayada sensibilidad en el golpeo, muchos famosos han fallado.

Para ellos, cuando erraron, la vida siguió igual, porque en el fútbol sin sospechas, con juego limpio, no es perverso quién se equivoca, ni siempre es héroe quien tapa.

Ni pena de muerte ni cadena perpetua, para quien lo comete, lo falla o no lo evita.

Lo de Andrés Escobar, el gran Andrés, con la Selección en el mundial tiene cola todavía, por el dolor que produjo a los suyos su trágica muerte, el descrédito para el fútbol colombiano y el impacto anímico para sus seguidores, compañeros y entrenadores.

Algo debió enseñar, por sus consecuencias.

Dos episodios parecidos, con sus ecos destructivos, llevaron de nuevo al fútbol colombiano al escándalo. La agresión al futbolista Daniel Cataño, en Tolima-Millonarios, por parte de un aficionado y la respuesta física, imperdonable, del jugador.

Y el de Aldair Quintana, sospechoso o no, quien elevó la temperatura pasional con su penalti premeditado ante su antiguo club, Nacional, en momento crítico del partido ante Pereira y su escaso compromiso al intentar detenerlo, que levantó las iras de la afición.

Es simple: no se juegan ni el futbolista, ni el árbitro, la vida en un penalti…Es una jugada más.

PD: A Cataño, tan acostumbrado a lanzarse al piso con trampa, ante el menor contacto, le faltó poder actoral. En vez de su reacción, una caída, un revolcón, una camilla, un médico, una víctima y el clamor general a su favor. No es hipocresía. Así es el fútbol, tú lo ves.