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LOS LUNARES SON UNOS CHISMOSOS

Lunares en espalda.

 

 

Manuel Tiberio Bermúdez

Aseguran, juran y perjuran, los que saben, que en nuestro cuerpo se pueden leer muchos de nuestros más escondidos secretos. Hay partes de nuestra anatomía que dan más información sobre nosotros que la propia hoja de vida.

La forma de la cara, la medida de la frente, los ojos —que para algunos son el espejo del alma—, la nariz, la boca, la barbilla, las manos, en fin, para los fisonomistas cualquier parte del cuerpo que dejamos al descubierto a sus ávidos análisis, les cuenta cosas sobre nosotros que ni las imaginábamos.

Pero de todas esas partes que andan contando intimidades nuestras, como cualquier vecina boqui suelta, quienes sueltan más información, quienes dejan que sobre nosotros lean de «pe a pa» , son los lunares.

¡¿Quién lo creyera?!.  Increíble que esos puntos pequeños y coquetos que a veces están ubicados sobre el rostro, o en los brazos, o en las piernas, puedan decir tanto acerca de quien los posee. Parece ser que se puede leer en ellos el pasado, el presente, el porvenir (y quién sabe qué más chismes contarán entre líneas).

En otras épocas las personas cultas se preocupaban por conocer y estudiar el lenguaje de los lunares, especialmente los señores, ya que les aportan una valiosa información a la hora de las conquistas. Aseguran que Casanova era uno de los que los leía al derecho y al revés.

Para que usted no pase por una persona analfabeta en cuestión de lunares, le voy a regalar algunos secretos que le servirán para que comience desde ahora a practicar la lectura de esos puntitos que tanto dicen de nosotros.

¡Ojo pues¡:cada lunar de la cara tiene su correspondiente en otra parte del cuerpo. Por ejemplo, un lunar en la frente, tiene otro similar en el pecho y, casi siempre, del mismo lado. A quien tiene un lunar en la mejilla, se le puede asegurar y apostarle «lo que quiera» que tiene otro en la nalga y en el mismo lado. (¡ A bueno pa’ apostar con ella! ¿No?).

Un lunar en la oreja tiene su igual en el muslo. Un lunar en la nariz, grita a los 4 vientos,  sin ningún recato, que existe otro en el bajo vientre (cada vez se pone mejor la cosa ¿cierto?). Si está ubicado alrededor de la boca, hay otro cerca del ombligo. El del mentón tiene su gemelo en la rodilla y… pare de contar que esto ya se está pasando de castaño a oscuro.

Lo anterior es fácil de comprobar y resultará más entretenido si la auscultada tiene muchos lunares en la cara, pero, ¡cuidado! hay muchos «estudiosos» que quieren comprobaciones muy difíciles e inventan lunares donde no existen.

Pero no solamente los lunares de la cara hablan de los que están ocultos, también pregonan muchas cualidades o defectos de quienes los llevan.

Veamos: un lunar en la frente y cargado a la derecha de la misma, nos hablará de un espíritu sutil, con dotes diplomáticas. Si está hacia la izquierda cuenta de una persona soñadora y de temperamento positivo. Si está ubicado entre las cejas, a la derecha, es una persona sociable, con gran facilidad para hacer amigos, con tendencia al comercio y muy decidida en sus actuaciones. A la izquierda es imaginativa y creadora; cree más en el corazón que en la razón y es desinteresada.

El lunar en la barbilla es el de la buena suerte y del humor. Quien lo tiene, casi siempre es feliz, le gustan los viajes y es un o una gocetas de la vida.

Un lunar sobre la nariz, si lo deja a uno «en la calle mija» —como dicen las señoras— ya que habla de tendencias eróticas muy acentuadas y mientras más cerca esté de las ventanas quiere decir que más intensas son esas inclinaciones.

Pero, por hoy, dejemos quietos a los lunares porque me voy a comprobar algo que olvide sobre un lunar en la oreja….

Lunares en el rostro.