Los consumidores de estas drogas no tienen en cuenta que aunque una dosis puede resultar inofensiva, realmente no saben a qué se exponen.
En el último reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) se identificaron 1.124 nuevas sustancias psicoactivas en el mundo, la mayoría de origen sintético, lo que quiere decir que se producen en laboratorios por medio de procesos químicos para reproducir la sensación de euforia, tranquilidad o placer en quien consume.
Según la UNODC, con más de 204.000 hectáreas cultivadas y cerca de 1.400 toneladas al año, Colombia registró en 2022 niveles históricos de producción de cocaína, por lo que no es extraño que las autoridades la tengan como la principal droga a detectar, al igual que la marihuana o la heroína; sin embargo, el mercado de las drogas sintéticas está creciendo muy rápido, ganando cada vez más «adictos» y laboratorios clandestinos.
Una de ellas, que sirve como ejemplo y que de hecho es de las más sonadas hoy, es el «tusi», o cocaína rosa, llamada así por las grandes cantidades en que se encuentra y por los efectos que genera en los consumidores; su producción tiene de todo un poco, es un «coctel»
Ante esta problemática, Dennis Ocampo Chaguendo, magíster en Química de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estudió a fondo los componentes con los que se están fabricando estas drogas, empleando material incautado en Bogotá, Medellín y Cartagena que le facilitó la Fiscalía General de la Nación y la Policía Nacional.
En las 146 muestras tomadas se encontraron 3 grandes grupos de drogas: ketamina, metanfetamina y éxtasis, que en muchas ocasiones estaban mezcladas para potenciar el efecto.
Además, dentro de las cerca de 32 sustancias –que incluyen los medicamentos de uso común mencionados– también hay algunas muy similares a la ketamina, que les sirven a los fabricantes para engañar a las autoridades, ya que no son compuestos fiscalizables o imputables, y después de que «pasan» los usan para rendir la ketamina y hacer drogas como el tusi.
Según la corporación Acción Técnica Social, que trabaja por mejorar las políticas de drogas en Colombia, el tusi que circula en el país solo tiene un 20 % de 2-CB, compuesto químico que le da nombre, y las demás son sustancias ajenas.
«La colorimetría es un método que les sirve a las autoridades para detectar cocaína y otras drogas naturales, y que seguramente muchos han visto en programas como Alerta Aeropuerto, pero que no identifica las nuevas drogas sintéticas, debido, entre otras cosas, a que en la producción se usan muchos compuestos químicos similares», explica el investigador.
«Estos aparatos facilitan ver la ‘huella dactilar’ de las sustancias con las que se producen las drogas sintéticas, para luego hacer una correlación en programas estadísticos como Rstudio, en el que, según lo que se encuentre, se hacen escalas que muestran el orden y la cantidad de cada sustancia», asegura el magíster en Química de la UNAL.
«Los consumidores de estas drogas no tienen en cuenta que aunque una dosis puede resultar inofensiva, realmente no saben a qué se exponen, pues son un coctel de sustancias desconocidas; es como cuando la gente se automedica, pero a un nivel mucho mayor y más riesgoso», indica.