Opinión, TOP

«El Panóptico»: LA ADICIÓN CONTROLADA DEL CIBERESPACIO

Auge frenético y desproporcional de las TIC.

 

 

Jhonny Alexis Lizcano L. 

Una controversial pero audaz decisión aplicará el gobierno Chino a partir de la presente semana, frente al auge frenético y desproporcional de las TIC. Controlando la adición a Internet y el uso de los teléfonos móviles, entre los jóvenes menores de 18 años.

La iniciativa entró en vigencia legal desde el 2 de septiembre en todo el territorio nacional, luego de un amplio debate público. Y fija que tanto los dispositivos móviles y las aplicaciones, incluyan una utilización máxima hasta de 2 horas. Dependiendo claro está, de la edad del usuario. En el caso de los menores de 8 años, el periodo de tiempo será de 40 minutos diarios. Mientras los adolescentes menores de 18 años, tendrán restricción de utilización de los mismos en horario nocturno. Resaltando que los padres podrán decidir si adoptan las limitaciones o amplían las jornadas de tiempo.

A su vez, la normativa expedida por la Administración del Ciberespacio de China (CAC), incluyó también la «seguridad de contenidos». Es decir, que la información en línea debe preservar y garantizar los ´valores socialistas´, que ayuden a los niños y jóvenes chinos a cultivar una buena moralidad. Además de la pretensión de proteger a los menores en el acceso a información considerada ilegal o perjudicial, para su bienestar físico y mental.

Lo anterior no es fortuito o casual, pues ya la China desde el 2019 había emprendido un programa oficial de supervisión y control del ciberespacio. Reduciendo el tiempo en el uso de los videojuegos para los menores de 18 años. Con el programa denominado «Modo Joven». En el cual, solo permitía la utilización de los dispositivos tecnológicos por 90 minutos en línea al día entre semana. Luego en el 2021, una nueva legislación más estricta restringió a los adolescentes chinos a una hora de videojuegos los días viernes, fines de semana y festivos.

Sumado a los controladores inteligentes gubernamentales, en el uso de las aplicaciones como TikTok o Douyin, en el que las redes sociales están siendo supervisadas para el desarrollo de contenidos pedagógicos y educativos. Y la reducción sistemática de videos cortos en formato vertical, cuyo contenido sea la masificación de la trivialidad y la expansión comercial de productos de consumo.

Esto sin duda ha comenzado ha generar una ola de críticas en la cultura capitalista occidental. Que riñe con los estereotipos de una educación pública, asentada en valores sociales comunes, o en principios éticos de autonomía ciudadana.

Los contradictores acérrimos y apóstoles del liberalismo globalizador, indican que la apuesta del «Gigante Asiático», es una medida para limitar el acceso a la información por parte de la generación experta en tecnología, en un país de por sí con una escasa y coartada libertad de prensa.

Otros aseguran, que las iniciativas para controlar el ciberespacio por parte del Gobierno Chino, están fundamentadas bajo una sola premisa, como lo es la seguridad nacional. Y con ella, la diversificación de tres aristas estratégicas: Internet, entretenimiento y juventud.

Lo que si queda claro por ahora, así no promulguemos a favor de la política educativa China, por nuestro legado democrático contradictor. Es que la Internet y las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el país asiático, han superado una penetración del 76%. Y con ello, una preocupación pública frente al legado y los efectos que trae consigo, para el desarrollo intelectual y social de sus nuevas generaciones.

Mientras nuestros niños y jóvenes en occidente, siguen adictos a internet y a los dispositivos móviles, por su carga exagerada y desmedida en sus tendencias de consumo capitalista. Y poco o nada en su utilización, para el desarrollo intelectual y pedagógico del conocimiento. Es decir, que probablemente a futuro los próximos líderes mundiales serán asiáticos como ya se está planeando. Y nosotros al menos en América Latina, nos seguirán viendo como parias, por la enorme basura que consumimos en el ciberespacio.