Esteban Jaramillo Osorio.
«El 10» que no muere…
El que quieren destruir a garrotazos los puristas de la táctica, con preferencia en esquemas rigurosos, sin espontaneidad, que miran el rendimiento en velocímetros.
Por eso tantos entrenadores lo rechazan.
Juan Fernando Quintero en su regreso, la alegría de tenerlo, o la envidia de sufrirlo. Talento con, o sin aliento. Al fin y al cabo, talento.
Reggaetonero o futbolero. Magistral o trotón, que aparece y desaparece y a veces juega sin mirar la pelota. Con dos pases y un gol, enloquece a los costeños.
Anotador exquisito. Asistente de lujo. Parrandero, bailador y artista en el perreo
Lo espera la selección, con su fútbol fugaz o su influencia. Mucho tiene por dar. Sin una lógica explicación del porqué se refugia en la liga colombiana, «cementerio de elefantes», en la edad en la que los jugadores de su talla viven su esplendor en grandes clubes. Quizás porque la clase sin esfuerzo, no es suficiente o porque es feliz entre los suyos.
SE FUE LA MOSCA
Largo vuelo el de «la mosca» Caicedo. Por fin para él, su familia y sus amigos, el descanso eterno. Penosos, por el deterioro físico y mental, sus últimos tiempos.
Qué clase tenía. Me consta. Por eso Bilardo lo eligió entre los mejores zagueros que tuvo, e hinchas y periodistas en Cali y en Colombia, lo resaltaron por su elegancia y su eficacia.
Cómo no recordar a Henry Caicedo, campeón con el Cali y subcampeón de copa. Otro crack que se marcha, dejando grandes recuerdos con nostalgias.
SHAKIRA
Gana Shakira por goleada y monetiza su desengaño.
Cuando habla, una canción. La mejor forma, con arte, de destruir un sentimiento y frenar un patán. Soy su fan. Pique, rutilante como divo, sin habilidad en el juego de la pelota. Inflado por los periodistas a los que luego atropelló, con desdén e indiferencia. Chicanero y charlatán, ensombrecido y humillado por unas caderas bamboleantes que también piensan..