El Monte Saint-Michel marca el límite entre Bretaña y Normandía.
José Vanegas Mejía
Mi abuelo tenía por costumbre escuchar las noticias todos los mediodías en su anticuado Telefunken, aparato radial de dos bandas. No movía el dial por temor de que «se perdiera» la emisora. Cuando el anciano estaba en su ritual, nadie en la casa se atrevía a pronunciar palabra. «Tiene que oírse el vuelo de una mosca», decía mi abuela, en actitud cómplice. Nosotros respetábamos esa norma; regresábamos a la sala cuando calculábamos que el noticiero había terminado.
Esa tarde vi al abuelo despegar su oído del Telefunken y saltar por toda la sala. Con la mano izquierda sostenía su pantalón a la altura de la cintura —nunca usó correa— y era evidente que se lamentaba por no tener con quién compartir su alegría del momento. Esa escena, que conservo en mi memoria después de ochenta años, no estoy seguro de que corresponda al triunfo logrado por los Aliados contra los alemanes en Normandía; tal vez el viejo celebraba la victoria final, de 1945. De todas maneras, mi mente infantil se poblaba con los relatos que el abuelo nos hacía después, como si él los hubiese vivido. Así, supe vagamente de la existencia de comandantes renombrados por sus acciones bélicas en esas batallas demenciales. Hoy, después de tantas lecturas y de conocer testimonios sobre esa guerra, escribo esta columna —a manera de información— para que no olvidemos el ‘Día D’.
El desembarco en Normandía, Francia, que empezó el 6 de junio de 1944, es considerado como la mayor operación de invasión por mar en la Historia, ya que casi tres millones de soldados cruzaron el Canal de la Mancha, desde Gran Bretaña, para liberar a Francia de la ocupación nazi en lo que supuso el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial. Esta fecha se conoce como el ‘Día D’. Se realizó en el norte de Francia y tomó el nombre de ‘Overlord’. En clave, el desembarco se identificó como ‘Operación Neptuno’.
Los preparativos se iniciaron en Gran Bretaña. En la madrugada del 6 de junio de 1944, diez divisiones estadounidenses, británicas y canadienses tomaron tierra entre el río Orne y el Vire. A lo largo de los días siguientes desembarcaron 250.000 hombres y 50.000 vehículos. Un mes después de la operación, los Aliados tomaron la ciudad francesa de Cherburgo.
Para el desembarco, el sector de Normandía fue dividido en cinco playas o zonas de influencia, que fueron bautizadas con nombres en clave: Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword. Los estadounidenses tocaron tierra en Utah y Omaha. En esta última playa se libraron los combates más duros. Los británicos ocuparon las playas Gold, Juno y Sword, ayudados por los canadienses. Al general Bernard Law Montgomery, británico, se le encargó tomar la ciudad de Caen, pero por su indecisión, este sitio solo fue ocupado tres semanas después. La estrategia de los Aliados consistió en desorientar a los alemanes haciéndoles creer que la invasión a Europa se haría por Calais y no por Normandía. Para ello se encomendó al general George Smith Patton, estadounidense, la creación de un ejército fantasma, con tiendas de campaña vacías y camiones y tanques de goma, desinflables. La Resistencia francesa colaboraba con información constante sobre fortificaciones alemanas.
La aviación de los Aliados destruyó muchas bases aéreas alemanas en el norte de Francia. Los nazis se vieron obligados a concentrarse en el sur; además, el bombardeo permanente sobre ciudades alemanas mantenía ocupada a su aviación en esos sectores. El día de la invasión, la fuerza aérea alemana contaba apenas con 250 aviones de combate estacionados en Francia. La escuadrilla más cercana a Normandía se componía de solo dos aviones caza.
Si bien el desembarco en Normandía marcó la iniciación de la reconquista de Francia, la liberación de París se produjo más de dos meses después, el 25 de agosto de 1944. Hay que destacar que en ella participó muy activamente la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada del general francés Philippe Leclerc, formada exclusivamente por republicanos españoles. La misión de desembarco en Normandía fue dirigida por el Comandante Supremo Aliado, Dwight David Eisenhower, estadounidense que más tarde, en 1953, se convirtió en presidente de Estados Unidos. El mando de las fuerzas terrestres lo desempeñó Montgomery.
Entre las acciones bélicas en el marco del ‘Día D’ se destaca la singular batalla de la playa Omaha, lugar llamado, por ese hecho, «Omaha sangrienta». Ochenta años después aún se encuentran cadáveres en Normandía. Algunos pueden ser identificados, pero muchísimos se consideran desconocidos.
Como dato al margen, podemos concluir con la siguiente nota de prensa: «El soldado Lawrence S. Gordon, de Canadá, murió en Normandía. Su cuerpo fue cubierto con una chaqueta alemana, por lo cual fue sepultado como alemán. Sin embargo, un sobrino suyo descubrió su nombre inscrito entre los desaparecidos en el cementerio estadounidense de Saint-James. Por la insistente indagación del sobrino se logró comprobar la identidad de Gordon. Las pruebas se practicaron sobre un diente del soldado canadiense».