Gustavo Petro presidente de Colombia en la ONU
Mi hija Antonella Petro me acaba de mandar un párrafo con el que ella quiere que empiece mi discurso, así que con el respeto de ustedes voy a leerlo. Es el párrafo de una niña de 15-16 años y dice así:
«Hoy estoy orgulloso de presentarme ante ustedes como el presidente del corazón de la tierra. Así es como nuestros indígenas de la Sierra Nevada denominaron a mi hermoso país».
Geográficamente hablando, tiene sentido que nosotros seamos el corazón del mundo. Sin embargo, si somos el corazón, tenemos que dar el ejemplo de unidad, de Paz Total y de preservación de la naturaleza. Si el corazón funciona, es un gran avance.
Sin embargo, todas las otras partes del cuerpo son importantes. Si una falla, el resto también lo hará. Por eso es que desde el corazón de la tierra invitamos a todos los países a hacer un acto de conciencia, dejar a un lado la codicia que está matando al ser humano y a la madre tierra y dar un paso hacia la Paz Total.
Hasta ahí mi hija, cumplo sus órdenes’.
· En este recinto la capacidad de comunicación de un presidente depende de la cantidad de dólares que tenga en su presupuesto. En la cantidad que tenga de aviones de guerra y en el fondo en la capacidad que tenga su país de destrucción sobre la humanidad.
· El poder de un país en el mundo ya no se ejerce por el tipo de sistema económico o político o de ideas que irradie, sino por el poder de destruir la vida de la humanidad.
· Los que no tenemos poder de destrucción, al contrario, los que tenemos el poder de sostener la vida en el planeta, hablamos sin mucha atención prestada y muchas veces quizás solo para nuestros propios pueblos.
· Si pedimos que se cambie la deuda por acción climática, no nos escuchan las minorías poderosas. Si pedimos que dejen las guerras para concentrarnos en la transformación rápida de la economía del mundo para poder salvar la vida y la especie humana, tampoco nos escuchan.
· Es el poder de destrucción de la vida lo que da volumen a la voz en el recinto de las Naciones Unidas y congrega a la mayoría de sus representantes y delegados.
· Se han quemado 11 millones de hectáreas en la selva amazónica en tan solo un mes por el calentamiento global y la crisis climática. Los científicos dijeron que, si se quemaba la selva de las amazonas, llegábamos al punto de no retorno climático.
· Hace un año pedí una conferencia de paz por Palestina en este mismo lugar, sin que hubiera estallado aún la primera bomba. Hoy tenemos 20.000 niños y niñas asesinados bajo las bombas y los presidentes de los países de la destrucción humana se ríen en estos pasillos.
· El control de la humanidad sobre la base de la barbarie está en construcción y su demostración es Gaza, el Líbano. Cuando muera Gaza morirá la humanidad toda.
· El 1% más rico de la humanidad es responsable de la crisis climática que avanza y se opone a acabar el mundo del petróleo y del carbón, porque es su propia fuente de riqueza.
· Ese 1% más rico de la humanidad, la poderosa oligarquía global es la que permite que se tiren bombas a las mujeres, ancianos y niños de Gaza, del Líbano o de Sudán. O se bloqueen económicamente los países rebeldes que no encajan en su dominio como Cuba o como Venezuela.
· La oligarquía global lleva a la humanidad a su propia extinción.
· Ya no hay más tiempo: los gobiernos son incapaces de detener la extinción de la vida. Hoy hay que escoger si es la vida o es la codicia, si es la humanidad o es el capital.
Se necesita de nuevo la bandera levantada, quizás ya no roja sino de todos los colores, una bandera de toda la humanidad para defender su propia existencia en el planeta.
· De la China recojo su idea de un diálogo entre civilizaciones; de Europa su proyecto de pacto social; de Estados Unidos su amor a la democracia original; de Sudamérica su diversidad huracanada, su jinete abanderado, su Simón Bolívar; del África sus tambores que llaman a comunicarnos con los espíritus de la naturaleza; de Jesús la idea del amor universal.
· El ejército de la vida no tendrá las armas de la oligarquía global, no tendrá armas nucleares, no competirá por armas ni tendrá los dineros a manos llenas de los bancos ni el poder de destrozar los niños en los genocidios de la oligarquía, pero tendrá el mayor poder de todos: el poder de una humanidad unida que no se dejará quitar su existencia en el planeta.
· Si la vida vence su extinción, ya no será la oligarquía global la que gobierne el mundo, será derrocada para construir una democracia global. Una nueva historia está por comenzar.