Gustavo Álvarez Gardeazabal
El Porce
Hay cosecha de mujeres con ganas de ser presidentes de Colombia .La evolución de las circunstancias o el nexo mexicano que siempre hemos tenido ha alimentado el fogón por estos días. Poco a poco nos perfilan una batalla .
No son los tiempos cuando María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, se enfrentaba a los hijos de López Pumarejo y Laureano Gómez o cuando Nohemí Sanín Posada competía por la presidencia.
Estamos en otras épocas. Hay otras motivaciones. Y, lo más diciente, otros medios de hacerse sentir.
Y, aunque muchos no lo crean, detrás del aparataje publicitario de la reencarnación del sombrero de Pizarro como patrimonio nacional, están las ambiciones de María José Pizarro, la senadora hija del Comandante Papito.
No ha sido gratuito la sacada de la caja mágica del sombrero del comandante del M-19 que firmó la paz con Barco.
Con la sed de símbolos y mitos que Petro ha hecho evidentes y que lo llevaron a montar un show, que no le cuajó tan estruendoso como quería, con la espada de Bolívar, muy probablemente el mismo asesor de imagen le ha dicho que explotara todo el capital electoral que hay detrás del sombrero de Pizarro.
Pero como esa prenda no era tan mítica, su creación es tan endeble que generó, de manera fulminante, una reacción tras bambalinas encabezada por Verónica la esposa del presidente.
La carta que ella envió a la señora Fiscal, para ponerle coto a la ola de desprestigio que los mismos petristas le endilgan, la hace reaparecer en el escenario y nos lleva a los primeros días en el balcón de la Casa de Nariño cuando hacíamos comparaciones con Evita Perón.
Es decir que no resultaría disparatado pensar que Verónica considera opción suceder a su marido y enfrentar a la Cabal o a Paloma, y de una vez por todas a María José Pizarro, quien seguramente tendrá el apoyo de los emes tradicionalistas. Batalla de féminas zurdas que habremos de presenciar.