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Crónica  de Gardeazábal: LAS ARMAS DE NETANYAHU

Si alguien simboliza hoy al mundo entero la más dura imagen de la maldad es el primer ministro israelí, el señor Netanyahu.

 

Gustavo Alvarez Gardeazábal
El Porce

Si alguien simboliza hoy al mundo entero la más dura imagen de la maldad es el primer ministro israelí, el señor Netanyahu.

Imperturbable al dar las ordenes para que sus soldados y sus cañones disparen sobre escuelas,  mezquitas, mujeres y niños sin que parezca importarle el número de víctimas,  nos repite diariamente desde hace un año que busca la victoria.

Lleva más de 40 mil muertos en Gaza justificando su accionar solo por venganza contra los palestinos imbéciles que mataron 1.200 israelíes el 7 de octubre del 2023.

Para ello ha lanzado sus cohetes y sus bombas contra campos de refugiados o contra hospitales repletos de heridos.

Con la misma furia conque da las ordenes asesinas ,explica que mató 120 civiles palestinos para poder dar de baja un líder de Hamás.

Ahora las ha emprendido contra el siempre mediocre Libano, que se dejó montar de los fanáticos criminales de Hezbolá, a quienes hasta este año Israel no había podido derrotar nunca.

Los edificios residenciales destruídos en Beirut, los millones de desplazados y los daños colaterales le importan muy poco.

Quiere la victoria así su figura ante el mundo aparezca cada vez más cruel y despiadada.

Lo grave empero es que todos esos asesinatos, todo ese régimen de destrucción, toda su guerra, los libra con armas donadas, vendidas o fiadas por los Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Francia,y los países fabricantes de armas y propiciadores de guerras para poder seguir haciendo negocios y aumentar el PIB de sus países.

Por eso mismo todas esos naciones y sus gobernantes permiten que Netanyahu no sea proclamado como criminal de guerra y que la batalla de Gaza se haya ido contagiando hasta tocarle el fundillo a los ayatolas de Irán, tan anticuados y racistas, tan crueles y feroces contra las mujeres como surgen hoy  miserablemente los seguidores del mandatario judío permitiéndole, sin condenarlo, que ordene  acribillar a las madres palestinas y a sus niños.