El cuerpo humano, es el vehículo físico que nos permite vivir e interactuar en este bello Planeta.
Óscar Javier Ferreira Vanegas
El cuerpo humano, es el vehículo físico que nos permite vivir e interactuar en este bello Planeta. Un organismo perfecto dotado por la naturaleza.
Pero muchas veces nos olvidamos de cuidarlo, y si de lastimarlo y abandonarlo. Mala alimentación con comida chatarra, supliendo una alimentación eficiente, acosados por el tiempo y el estrés; sobreesfuerzo mental hasta la fatiga; sobrecarga laboral o académica. Es más importante la junta o el compromiso adquirido, que la salud del cuerpo.
Nuestro organismo se mueve al ritmo de los ritmos infradianos e circadianos, dentro de los cuales realiza procesos de adaptación, regulación, producción y descanso. A partir de las nueve de la noche, se inician procesos de desintoxicación de los diferentes órganos. Pero si nos dormimos a la media noche, ya se están interfiriendo estos importantes trabajos psicosomáticos. Porque no es solo el cuerpo el que merece descanso, si no la mente y el espíritu.
Los fines de semana se puso de moda el slogan «hoy es viernes y el cuerpo lo sabe». Mientras se detiene al actividad laboral, en lo que se supone es un receso para el descanso, se convoca a un esparcimiento, que de sano no tiene nada. Porque para que haya tertulia y fiesta, cada quien llega con su regalito etílico, muy bien empaquetado. A la par del sano baile y el karaoke, el consumo de licor y cigarrillo enrarecen el ambiente. En muchas ocasiones, el aquelarre etílico termina en tragedia, por grescas o accidentes. El cuerpo pierde sus capacidades y la persona no sabe razonar. «El exceso de alcohol, es malo para la salud», se advierte en todas las etiquetas de las botellas de licor. Y, en muchos casos, tras el consumo de licor viene el de estupefacientes. Sin embargo, como sucede con la comida chatarra donde se coloca la advertencia de los excesos de azúcar y sodio, el consumo, en vez de disminuir, va en aumento. La alianza salvaje entre la Burger King y la gaseosa, es la principal causa de obesidad en Estados Unidos. Todos los excesos tienen nefastas consecuencias: el alcohol destruye las células hepáticas y el riñón; el cigarrillo produce edema pulmonar.
Un cuerpo bien cuidado, hidratado suficientemente, con el adecuado ejercicio y descanso, es más resistente a la enfermedad y cumple sus actividades con más eficiencia.
Cada quien es dueño de su cuerpo, y responsable de éste. Es como un carro con buen mantenimiento. Si se deja recalentar o no se le cambia el aceite a tiempo, el motor se funde. Cuidar nuestro cuerpo es nuestra responsabilidad. Respirar adecuadamente, lento y profundo, buscar ambientes naturales, alimentarnos sanamente, hidratarnos suficientemente; iniciar el día con optimismo y con fé; no pre-ocuparnos, es decir, adelantarnos a las circunstancias con un pensamiento negativo; sonreír y darle buena cara al mal tiempo, alejar el mal genio y acercar el autocontrol, harán posible el normal y proactivo desarrollo de nuestras actividades.
Y, al final de la tarde, al retornar a casa y traspasar el umbral hogareño, dejar afuera los problemas de la oficina o nuestra labor, y desplegar las alas del amor con nuestros seres queridos, refugiándonos en el edën espiritual de nuestra casa. Porque si llevamos los problemas a nuestra casa, es posible que la sana convivencia se afecte y aparezca la confrontación y el desasosiego.
Nuestro cuerpo se mueve al vaivén de las emociones; es un laboratorio bioquímico, que segrega hormonas de diferente naturaleza a nuestra sangre. Y somos nosotros los que determinamos, envenenarnos con cortisol, o alegrarnos con endorfinas. Nuestras abuelas vivían de modo apacible la vida, muy lejos del raudo ritmo de la vida moderna, dónde todos corren y se olvidan de alimentarse y descansar a tiempo. El estrés es la más mortífera enfermedad. Correr, para qué? Dice el sabio adagio: «Del afán solo queda el cansancio». Y por eso, Napoleón decía: «Vístanme despacio, que tengo afán».-