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EL FANTASMA

Bella Hadid 

No todo es perfecto en la vida.

Kagney Linn Karter con escasos 36 años apareció sin vida en su apartamento. Ella fue, durante más de 12 años, considerada como la reina del porno.

Hizo decenas de películas para el entretenimiento de morbosos.

La buscaban por su belleza, su expresión artística y por la infinidad de anécdotas que cantaba.

La policía llegó a su casa en Ohio, al norte de los Estados Unidos y la encontraron sin vida.

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¿Qué pasó acá?, se preguntaron los sabuesos al verla tendida en su cama, sin signos vitales.

Observaron la escena y sus ojos no daban crédito a lo que estaba frente de ellos, en una escena jamás imaginada, nunca pensada.

Uno de los policías, viejo comisario del condado, se atrevió a decir que de pronto, podría haber ocurrido un suicidio.

Esto mismo pensaron sus amigos que acudieron al lugar. Ellos estaban inquietos porque durante varios días la habían llamado a su celular sin obtener respuesta.

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Kagney impresionó a sus compañeros de colegio por su belleza y luego, la invitaron a varios reinados y concursos que siempre ganó hasta cuando llegó la maldita tentación de ganarse unos dólares posando desnuda para revistas clandestinas.

Ella lo dudó un poco, pero ante la insistencia cayó en el bajo mundo de la pornografía.

Hoy sus seguidores no quieren ver sus películas porque hay cierto sentimiento de nostalgia y tristeza.

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Un pastor de una iglesia presbiteriana de la localidad dijo que todo lo que comienza mal, termina peor. Leyó algunos salmos y los feligreses exclamaron los respectivos «amén» y «aleluya». Muchos, incluso, llegaron a juzgar a la pobre mujer que fue llevada al anfiteatro de Ohio.

Su madre, desconsolada, la vio y en medio del llanto comentó que no tenía recursos para su última despedida.

Luego de averiguaciones en la funeraria, les cotizaron la celebración por 8 mil dólares.

Los amigos de la actriz comenzaron a enviar mensajes por redes sociales para lograr el objetivo.

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Ya tenían al menos 6 mil dólares. «Si sobra dinero, dijeron los organizadores, lo daremos a una fundación que cuida gatos y perros que tanto le gustaban a Kagney.

«Desafortunadamente, a pesar de todos sus muchos logros y talentos impresionantes, Kagney luchó con problemas de salud mental a medida que pasaban los años», señalan sus cercanos en la campaña.

«Por muy sola que se sintiera, sin duda, dentro de los confines de su propia cabeza, seguía esforzándose por atender a sus amigos y a la comunidad que se preocupaba por ella», añadieron.

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«Luchó en sus propias batallas con la misma tenacidad y empuje que mostró en todos los demás ámbitos de su vida, con toda la fuerza que pudo», comentaron.

Un viejo agricultor llegó hasta la sala de velación con un ramo de flores sacado del monte del lugar.

Era su ofrenda para una víctima de una sociedad comercializada y esclavizada por la banalidad.

«Espero que con ellas llegue al más allá y cuando yo viaje también, ella me reciba con el aroma de este manojo de margaritas y claveles», sentenció llorando el pobre y solitario viejo que alguna vez vio un afiche de la rubia, coqueta, de tiernos ojos verdes.