William Iván Mejía Torres
La noticia de Donal Trump en relación con nombrar a Elon Musk, el hombre más rico del mundo en el Departamento de Eficiencia del Estado (DOGE) por sus siglas en inglés, es un tema desconocido para muchos, que merece ser estudiado, desglosado, comprendido y analizado a la luz del contexto gubernamental de nuestro país.
El primer concepto por desarrollar es la eficiencia, es la capacidad de lograr un objetivo utilizando la menor cantidad de recursos posibles. Este concepto se aplicó en las empresas privadas inicialmente. Fácilmente asumido bajo el concepto de optimización; el fin de la empresa y de los empresarios es generar utilidades con el presupuesto disponible para un determinado proyecto o portafolio. O como dirían los economistas, de acuerdo con las restricciones presupuestales de los individuos que la conforman. En términos sencillos, la plata que cada uno puede aportar al capital social de la empresa para que pueda desarrollar su objeto dentro de un mercado competitivo.
En la teoría del Estado, el concepto de eficiencia es muy reciente, y solo algunas sociedades en el planeta lo han adoptado como valor, que permite la superación de la desigualdad económica o inequidad. En países como Dinamarca, Suecia o Noruega, estas sociedades tempranamente comprendieron que la eficiencia aplicada al Estado reduce la pobreza monetaria, el analfabetismo, mejora la productividad y competitividad de las personas. Pues los Estados no producen utilidades como las empresas, pero administrar de forma eficiente los recursos disponibles transforma la vida de cada uno de sus miembros.
La eficiencia del Estado surge de una decisión política, pero se sostiene en el tiempo a partir de una decisión social, esa es la apuesta que Donal Trump está realizando en el país más poderoso del mundo, El objetivo sería racionalizar el gasto gubernamental, reducir la burocracia, eliminar «el despilfarro, el fraude y los pagos indebidos», dentro de los seis meses siguientes a su creación y hacer más eficiente el gobierno federal. Una tarea nada fácil, sin embargo, propuso para liderar este proyecto al hombre más rico del mundo, que a apunta de buenas decisiones ha construido una fortuna de 300 mil millones de dólares. ¿que pasaría si todo ese potencial para acumular riqueza sirviera para reducir la desigualdad social y mejorar la calidad de vida de las personas?
En nuestro país aún no hemos aprendido el valor de la eficiencia en la administración del Estado, tampoco del valor de la eficiencia en las relaciones interpersonales o laborales. Nuestra crisis social frente al comportamiento eficiente es de gran magnitud. Sin embargo, es momento de fortalecer el discurso del Estado eficiente, que los jóvenes escuchen, lean y exploren la eficiencia como valor para transformar vidas. Conceptos como austeridad, productividad y competitividad, deben estar a la orden del día de quienes pretenden realizar un verdadero cambio en nuestra sociedad.
La discusión de descentralización que se aprobó en Cámara de Representantes, a partir de la cual se modifica el Sistema General de Participación es una excelente oportunidad para que como sociedad podamos aplicar los sistemas de control creados por el Constituyente del 91 en favor de la redistribución
ecuanime de la riqueza, el fortalecimietno de las regiones y el aprovechamiento de la capacidad técnica que hoy existe en las regiones. Este tema lo desarrollaré en mi próxima entrega.