Julián Escobar
Recientemente se descubrió una nueva especie de Anaconda llamada Eunectes Akayima, o Anaconda verde del norte. Esta se encontró en Ecuador pero hay la sospecha de que existe en Perú, Brasil, Colombia, Venezuela y Guyana. La evidencia publicada en la revista científica Diversity, es contundente por sus pruebas de ADN y fotografías. Bryan Fry, biólogo y profesor de la Universidad de Queensland quien fue el autor del artículo y participó en el hallazgo, ha sido contundente en explicar la fragilidad de este gigante, del cual se venía sospechando hace bastante tiempo.
Su artículo y descubrimiento no ha sido libre de controversia, ya que la comunidad científica no niega que exista una nueva especie, pero sí la rigurosidad de aspectos de sus afirmaciones que se mezclan con folclor. Andrés Alfonso justifica en un artículo en la revista de Bionima, que es apresurado afirmar un hábitat extenso sin pruebas, y es aquí donde se comienza a mezclar el rigor científico con las leyendas de esta parte del mundo. Recordemos que las Anacondas son serpientes constrictoras de América del Sur y algunas islas del Caribe, siendo la más conocida hasta hace poco la Anaconda Verde (Eunectes murinus), las cuales, por su tamaño de más de cuatro metros, pueden depredar personas. Esto último no ha sido documentado ya que la única constrictora del mundo que se ha comprobado que come seres humanos es la Pitón reticulada (Malayopython reticulatus), la cual habita en el sur de Asia y no está relacionada con la Anaconda, por lo cual volvemos a una delgada línea entre lo probado y lo legendario.
Pero el folclor llevó a que se encontrara esta serpiente y las pruebas pueden llegar después. En Colombia hay abundantes historias que no son fantasiosas. El primero que tenemos es el de alias Martín Sombra, temido subversivo de las FARC, quien en una entrevista en el año 2022 en la revista Semana, habló de un lugar llamado la laguna del Miedo en los Llanos del Yarí en el Caquetá, la cual recibía a ese nombre por una Anaconda gigante que se asoleaba allá en la tarde y por eso nadie se aventuró en la región. Madelin Navas, oriunda de Curillo, Caquetá, nos afirma que, a un miembro de su familia, una serpiente gigante le intentó voltear una canoa en el sector de Marandú, quien se salvó milagrosamente porque unos patos empezaron a hacer movimiento en ese momento, atrayendo la atención del depredador. El testimonio de Navas, coincide con el de Elvis Cueva, oriundo de Leticia donde habla de la forma de cazar hipnotizando a sus presas mediante una baba, la cual marea. Agregó además el de Camila Montoya, oriunda de El Doncello, Caquetá, quien afirma que en río El Caguán, hay un sector por Cartagena del Chairá, donde aparece una serpiente gigante que come personas. Finalizó esta ronda con otro testimonio de la familia Navas, que afirman de un caso de una serpiente cuyo grosor era como el de un balde grande y grueso.
Estas anécdotas, las complemento con testimonios de extranjeros. Está el de Forrest Galante, explorador del Apaporis, quien sujetó una Anaconda tan grande que ni abrazándola podía agarrarla toda. Steve Backshall en 2013 tiene un video nadando con una Anaconda gigante en Brasil y uno igual de Franco Banfi en 2012. Seguramente muchas de estas serpientes eran una Anaconda verde del norte. Cabe anotar que todos los nativos que se contactaron para esta entrevista sugirieron tomar con escepticismo algunos testimonios ya que podrían ser exagerados. Desde acá creemos en la buena fe de lo que se escuchó y concluimos que, si bien algunas historias que rondan fueron exageradas y hechas para asustar, hay anécdotas creíbles y documentadas.
Con tantos testimonios, con coincidencias en tamaño, rasgos y lugares, no se puede negar que existen en muchos lugares serpientes grandes, pero hay que tomarlo no como una leyenda, sino con moderado optimismo. El Amazonas seguramente guarda muchos secretos que no conocemos y por su destrucción, no los vamos a descubrir. Para este trabajo, se habló con habitantes del Casanare, Arauca y Meta, de los cuales, ninguno afirmó haber escuchado historias de Anacondas gigantes, aduciendo creencias distintas y también destrucción del hábitat de la sabana, como pasa actualmente con la selva. El único que mencionó serpientes, fue un Sargento de la policía quien pidió anonimato, afirmando que en el Arauca se encontraban más que todo Boas y no Anacondas. Esto muestra la fragilidad de una especie depredadora como esta que cada vez estará más en contacto con el ser humano a medida que la población siga creciendo y sigamos deforestando las regiones aisladas de la selva. De igual manera, no es un llamado a descartar el método científico, pero sí a que oigamos a la población en sus anécdotas para finalizar la delgada línea que en este caso hemos visto que se armó entre la ciencia y la leyenda, y que existe en muchos temas, tales como la baba de la cual se ha hablado, la cual varios nativos afirman que hipnotiza.
Para finalizar, estos descubrimientos deben ayudarnos a recordar el realismo mágico de Colombia. Ningún europeo puede decir que hay culebras gigantes en su continente, pero acá sí lo podemos confirmar aún. Para evitar que estos cuentos efectivamente se conviertan en leyenda, cuidemos los bosques y evitemos deforestar. De lo contrario, la próxima vez que vayan en búsqueda de animales raros, sólo veremos, como en partes de Bogotá, palomas y nada más.
Imágen de la Anaconda verde del norte de la expedición de Bryan Fry