Mientras Bogotá se inunda el alcalde Galán nos tiene sometidos a un racionamiento estricto de agua.
Óscar Javier Ferreira Vanegas
La bendita lluvia baña los campos y grita sus truenos. Y aunque no lo veamos, el sol está allí, mirándonos. La madre naturaleza es sabia y busca su rumbo primitivo. La mayoría de inundaciones son fruto de la desidia humana. El hombre cercenó y quemó los bosques, contaminó los ríos, secó y desvió sus cauces, desecó las lagunas; envenenó el aire, fumigó con veneno los cultivos; inventó y comercializó la comida chatarra y enseñó a los niños a consumirla. Rompió el equilibrio del sistema; desangró la tierra con poderosas máquinas e hizo de los combustibles fósiles, un lucrativo negocio.
Pero el mar y los ríos tienen memoria. Nunca olvidaron su cauce, y cuando las mareas altas y creciente llegan, toman posesión de sus terrenos; la naturaleza pasa su factura de cobro.
La Tierra tiembla, y se sacude, y sus volcanes se despiertan; y la naturaleza limpia el aire que respira, con intensos aguaceros e inundaciones. Al otro lado del Planeta, más allá de la zona tórrida, la sequía y los incendios queman los campos, como resultado de la irresponsabilidad del autodenominado «homo sapiens» y «rey de la creación» . La amazonía fenece, fruto de la deforestación promovida por los terratenientes que quieren implementar potreros para sus huestes de ganado, a su vez grandes contaminantes con sus heces volátiles que contribuyen al denominado «efecto invernadero».
Una ironía que, en California, lugar favorito de los millonarios del mundo, las estrellas y el jet set, los incendios forestales arrasan con las grandes mansiones. Es la voz de la natura que se levanta para tratar de despertar la consciencia humana. Tardíamente, tal vez, porque los daños causados son tan grandes, que no puedan repararse. El hombre violento impone la ley de las cavernas. En los cielos ya no vuelan alcatraces, ni gaviotas, ni cóndores ni águilas. Solo las aves de acero que arrojan sus misiles de muerte sobre la población civil, justificando sus acciones como método para «destruir al enemigo»? Cuál enemigo? Si la tierra pertenece a todos, y solo los fanatismos y creencias la dividieron y parcelaron a su antojo?
La humanidad es manipulada desde los medios de comunicación, que cada día invitan al consumismo, con sus grandes promociones. No ha sido fácil la lucha de algunos comunicadores y medios de información, que tratan de defender las causas justas y la verdad, como es el caso de don Fidel Cano, director de El Espectador, mártir del periodismo del mundo, quien ofrendó su vida por sus ideales de verdad y justicia.
La Aldea Global, obedece las órdenes de mercadeo entre la oferta y la demanda. La mente colectiva es presa de un lavado cerebral que invita al hedonismo, olvidando todo lo que sea espiritual. La ilusión se vende muy bien empaquetada, en los supermarket de la vanidad. Los medios masivos lavan el cerebro de los jóvenes y les enseñan a comprar ropa rota o inservible, que se promueve como moda. Los jovenes se rapan el cabello y lo que quedan de él lo tiñen de colores rechinantes; se rompen la piel para implantar colgandejos o estampar nombres y tatuajes. La mujer de convirtió en un artículo de consumo. El sexo es indeterminado. La moda hermafrodita se impone. Los niños se manipulan para experimentar y elegir su sexo. El libertinaje se promueve como costumbre; el aborto se convirtió en modo de planificación; el alcohol y las bebidas energizantes se promueven como saludables. Fumar y consumir droga, son considerados como símbolos de libertad. El amor es algo pasado de moda y el egoísmo es la doctrina a seguir. El arte y la cultura, son un reflejo de la decadencia. Los «ídolos» se unen para cantar temas como «+57», y su mensaje destructor que invita al libertinaje. Las tradiciones y el respeto por la identidad cultural, son desplazados por las arrasantes corrientes foráneas.
La guerra ya no solo está en los campos de batalla, sino que se expande a los escritorios, a las calles, a las empresas y los hogares. Una lucha fratricida que cada día se muestra en los noticieros de televisión y sus noticias incendiarias. En la proyección de la cultura consumista , donde «el pez grande, se come al chico.Y el fin justifica los medios» .
El devenir de las nuevas generaciones no es nada claro. Despertemos! Es hora de sembrar amor y paz en los huertos del otrora Paraíso Terrenal. Los domingos congregan a devotos fieles en los tiempos, para justificar la paz interior. Pero el lunes se olvida todo lo prometido.
Cada año se realizan encuentros mundiales, para proteger el medio ambiente y buscar soluciones al cambio climático; pero todo se queda en el papel; porque prima el poder de las super potencias. Ahora, el nuevo presidente de Estados Unidos, busca retirarse del gran pacto de los gobiernos para regular el cambio climático; para Trump, es solo alharaca de los ecologistas que van en contravía al progreso. Entretanto, un ejército rebelde de pacifistas y ecologistas, a la cabeza de Greta Thunberg y algunos dirigentes soñadores que promueven encuentros como el COV16, y la COB 29, tratan de llamar la atención de los gobiernos, para evitar el apocalipsis que se avecina. Y Dios nos observa, preocupado por la desidia humana, y de como se destruye la casa hermosa y próspera que le entregó al ser humano, para que viviera en paz y fuera felíz. La voz de Jesucristo resuena más allá del tiempo, para decirnos: «Amaos los unos a los otros». Y el hombre, sordo, se niega a escuchar.
La humanidad es manipulada desde los medios de comunicación, que cada día invitan al consumismo, con sus grandes promociones.
Es la voz de la natura que se levanta para tratar de despertar la consciencia humana.