En Colombia solemos cuestionar y despotricar por todo. Y cuando alguna idea brillante rompe los convencionalismos del sistema económico y político dominante, en pro de las reivindicaciones sociales, automáticamente en vez de apoyarla y defenderla lo que hacemos irónicamente es cuestionar sus principios estructurales colectivos e incorporar los subjetivos. Argumentando como lo ha señalado algunos militares radicales y la oposición, que el Servicio Social para la Paz, cercena los ideales de la seguridad democrática, el patriotismo y el papel de las fuerzas militares.
Un ejemplo de lo anterior, lo encontramos en el discurso recalcitrante de la extrema derecha colombiana. Particularmente en los más acérrimos parlamentarios del Centro Democrático, una influyente representación del sector económico, gremial e industrial del país. Así como en la tradicional, conservadora línea castrense y militar.
Insinuando que el nuevo Decreto, disminuirá el pie de fuerza del ejército. Y que la iniciativa generará a largo plazo altos costos económicos y de operación. – Como si la misma guerra o conflicto interno, ya no fuera suficiente -.
Adicional a lo anterior, indican que el vacío de bachilleres al no prestar el Servicio Militar Obligatorio, por causa del Servicio Social para la Paz, va a generar un mayor pie de fuerza militar. Lo cual se traduce, en un incremento necesario de más soldados profesionales en todo el territorio nacional.
Los estimativos económicos iniciales de la oposición al gobierno, señalan que mantener a un bachiller le cuesta al Ejército cerca de $856.000 pesos al mes. Mientras que el sueldo de un soldado profesional en Colombia, está sobre la cifra $1.600.000 pesos.
Es decir que se estaría incrementando el doble, en la partida presupuestal de seguridad y defensa nacional.
Sin embargo, el nuevo Decreto 1079 de 2024, que reglamenta el Servicio Social para la Paz, iniciativa promovida por el senador Iván Cepeda, se convierte en una medida histórica y revolucionaria para el fortalecimiento de la Paz desde los territorios.
Pues desde hoy, miles de jóvenes podrán optar por trabajar para construir la paz en los territorios y las ciudades, a cambio de no prestar el servicio militar.
El Servicio Social para la Paz, ha sido diseñado para jóvenes, hombres y mujeres entre los 18 y 24 años de edad. Y constituye una opción para quienes desean aportar al desarrollo del país, mediante acciones relacionadas con el cumplimiento del Acuerdo de Paz, la protección de la naturaleza y la promoción de la cultura. En lugar de integrarse a las Fuerzas Militares.
Los jóvenes podrán prestar el servicio en once modalidades, que incluyen la promoción de la alfabetización digital en zonas rurales o urbanas, el trabajo con víctimas del conflicto armado y la defensa de los derechos humanos, la refrendación y el cumplimiento de acuerdos de paz, el fomento de políticas de reconciliación, convivencia y no estigmatización, la protección de la naturaleza, la biodiversidad, los ecosistemas estratégicos, la promoción de la paz étnico – territorial. Y el respeto por la autonomía de las comunidades étnicas, la atención a víctimas de violencia sexual basada en género, y el cuidado de personas mayores en condiciones de vulnerabilidad. Entre otras iniciativas similares.
Con razón para la extrema derecha y la oposición en Colombia el nuevo Servicio Social para la Paz, es tan peligroso. Pues atenta y vulnera sustancialmente la apología de la «Seguridad Democrática». Y con ello, la prevención de más falsos positivos, la supervisión y control de las llamadas redes informantes. Y sobre todo entender, por muy descabello que parezca para el «statu quo», que la guerra y la desigualdad social no se confrontan con más violencia armada. Sino con medidas audaces, que sepan entender la realidad de su población en territorio.
Todo lo que atente a los hilos de dejar de percibir dinero, poder manejar todo corruptamente, claro tendrá la resistencia y oposición de quienes se verían afectados en sus arcas e imagen pública. Definitivamente no quieren dejar avanzar y desarrollar el país. Es mejor imponer a ignorantes que instruir y hacer sabios.
Es admirable que propuestas tan diferentes y a la vez tan novedosas, donde rompe con lo tradicional, que los chicos de último grado tengan que terminar su proceso educativo para irse a enfilar para el ejército y ni hablar la preocupación para las madres, saber que sus hijos se tienen que presentar, pues con este nuevo decreto la cosa se hace más manejable y no se ponen como carne de cañón a sus hijos que en alguno de los casos son muchachos muy de casa o toca a lo torcido pagar para sacar su libreta y librarlos de eso. Esperemos que esta nueva propuesta sea muy satisfactoria y la oposición seguirán inventando tonterías para frenar todo lo que se quiere hacer diferente y en pro de los ciudadanos.