Amazonas la selva más grande del mundo.
Un informe reciente de la organización «Lancet Countdown Latinoamerica», que supervisa los vínculos entre la salud pública y el cambio climático en Sudamérica. Con el auspicio de 21 instituciones académicas y varios organismos multilaterales. Entre ellas, las Naciones Unidas. Indican que en los últimos diez años, las olas de calor más intensas han puesto en peligro la salud y supervivencia de los infantes menores de un año y de los adultos mayores de 65.
Los datos estadísticos demuestran que la temperatura ha aumentado exponencialmente en países como: Brasil, Argentina, Colombia y Venezuela. Siendo estos 2 últimos los más afectados. Por la combinación de factores climáticos y demográficos, que han propiciado la mortalidad de personas asociadas al calor extremo. En lo que comúnmente se conoce como «fenómeno del niño». Combinado con las precipitaciones de invierno por causa directa del efecto invernadero y del calentamiento global del planeta. Lo cual generan una reacción contraria, también denominada «fenómeno de la niña».
Hoy «la niña» está causando el mayor desastre natural registrado en toda la historia contemporánea de Brasil. Las lluvias torrenciales y las inundaciones en lo que se conoce como Rio Grande do Sul, en Puerto Alegre. Son el resultado de una auténtica hecatombe ambiental anunciada. Pues durante el gobierno del Presidente Jair Bolsonaro, Brasil se convirtió en el primer país de Latinoamérica que más deforestaciones registró en la cuenca del Amazonas.
En los más de cinco millones de kilómetros cuadrados que corresponden a la superficie de la Amazonia legal, en 2023 se registraron aproximadamente 9.000 kilómetros cuadrados de deforestación. Esto supone una disminución de 2.500 kilómetros con respecto al año anterior. En solo la administración pública que presidió el antecesor de Lula da Silva.
Las cifras por el actual desastre natural en el Estado de Rio Grande do Sul, son alarmantes. Un centenar de personas fallecidas, más de 163.000 refugiados, 61.400 viviendas inundadas, 128 desaparecidos, 374 heridos y unas 230.500 personas han tenido que abandonar sus hogares.
Se calcula además, que unas 6.200 viviendas quedaron totalmente destruidas. De acuerdo a los datos parciales divulgados por la Confederación Nacional de Municipios en Brasil.
La misma entidad ha estimado en 6.400 millones de reales (unos 1.280 millones dólares o 1.191 millones de euros), los daños provocados hasta ahora por la mayor tragedia ambiental registrada en el sur de Brasil. Zona fronteriza con Argentina y Uruguay.
Paradójicamente algunos medios de comunicación, organizaciones académicas y activistas ambientales, que se mantuvieron críticos durante el gobierno derechista de Bolsonaro. Han solicitado un juicio penal y sanciones drásticas a su máximo responsable. Pues consideran que lo acontecido, es el resultado de una política criminal ambiental sistemática del anterior gobernante. Y no un acto casual o espontáneo de la naturaleza, como lo pretenden hacer creer.
Muy triste que quienes son los lideres y deben cuidar, administrar y conservar los recursos naturales, la flora, la fauna . No les importe y la vendan, permitan que la destruyan. Las tristes consecuencias no solo afectarán los habitantes de dichos países, afectarán a todos en general. Sino cuidamos la naturaleza, la tierra, ellas se encargarán de cobrarnos nuestra indiferencia.