Eduardo Frontado Sánchez
He comprobado que, como seres humanos, tenemos la cualidad de asociar momentos de nuestra vida con elementos musicales. Estoy profundamente de acuerdo con la idea de que la música es el lenguaje del alma. Los músicos tienen una habilidad única para traducir emociones y experiencias en notas y melodías, lo que permite que cada uno de nosotros encuentre en la música un refugio, un espejo o una inspiración.
Una de mis maneras favoritas de desconectarme, pensar y ordenar mis ideas es escuchando música. Es curioso cómo, en medio de la rutina y las responsabilidades, la música me permite distraerme y, al mismo tiempo, concentrarme de una manera tal que puedo organizar mis pensamientos de manera clara y estructurada. Es como si cada nota ayudara a ordenar mis ideas, permitiéndome decidir qué quiero decir y cómo quiero decirlo.
A lo largo de mi vida, he tenido el privilegio de convertir mis diferencias en mi mayor fortaleza. He aprendido que cada elemento de innovación, cada idea fuera de lo común me ofrece una mejor calidad de vida. Sin embargo, esto no sería posible si no hubiera desarrollado la capacidad de entender, incluso en mis peores momentos, que la música y lo que genera en mí es una herramienta poderosa y útil en todo momento.
Particularmente, tengo la capacidad de asociar buenos momentos de mi vida con canciones específicas. No necesariamente con el artista de moda, sino con melodías que me evocan recuerdos, alegría o gratitud. Una de mis claves para motivarme cada mañana es escuchar música de meditación durante 20 minutos antes de levantarme. Esto me relaja y me ayuda a comenzar el día con una actitud de gratitud, consciente de que cada nuevo día es una oportunidad.
Una de las grandes ventajas de las herramientas que poseo es entender que, incluso cuando me siento cansado de mantener la disciplina y la constancia, la música es uno de mis escapes. Me recuerda que lo que hoy veo como un sacrificio, mañana traerá un beneficio mucho mayor. La música, bien entendida, representa un disfrute profundo. Cada vez que escuches una canción, tómate el tiempo de entender y disfrutar la letra en su totalidad, porque hasta la música que eliges escuchar es un reflejo de tu personalidad y de lo que llevas dentro.
En los momentos de desaliento, también encuentro en la música un medio de expresión. No la utilizo para quedarme en lo negativo, sino para que me sirva como la herramienta que necesito para seguir adelante. Me motiva a mejorar cada día, no solo por mí, sino por todas las personas que me rodean y que me permiten descubrir nuevas cosas cada mañana.
Desde pequeño, tuve el privilegio de coleccionar todo tipo de música. Sin embargo, debo confesar que una de mis artistas favoritas siempre ha sido y será Shakira. No solo por lo que expresa en sus canciones, sino porque ella como ser humano es la expresión más clara del valor de ser mujer. Dependiendo de la etapa de mi vida, he sentido que he estado acompañado por diferentes artistas. Por ejemplo, en algún momento, Carlos Baute, con sus baladas románticas, me habló profundamente a través de sus letras.
En mi caso particular, nunca he visto la música como una moda, sino como una forma de expresión que se queda tatuada en el alma, capaz de comunicar lo que a veces las palabras no pueden. Existen momentos en los que las palabras no son suficientes, y es entonces cuando la música se convierte en un excelente refugio. Nos recuerda que, aunque lo humano nos identifica, lo distinto nos une. Los caminos de Dios son perfectos, y la música nos ayuda a entender y aceptar eso, brindándonos consuelo y acompañándonos con sus acordes en cada etapa de la vida.