Claudia López, precandidata presidencial
Javier Sánchez
Primicia
La precandidatura presidencial de Claudia López para 2026, lanzada bajo el movimiento por firmas «Con Claudia, Imparables», ha reanimado el debate sobre las posibilidades del centro político colombiano. La postulación es analizada por diversos sectores como un esfuerzo por capitalizar el amplio descontento con el actual Gobierno y el rechazo a la derecha tradicional.
Ruptura con los Extremos
El eje central de su campaña es el categórico desmarque de los dos grandes polos ideológicos del país:
«Ni con Petro ni con Uribe»
López, quien gobernó la capital por la Alianza Verde, ahora opta por las firmas, interpretando esta decisión como una necesidad de unir ciudadanos «por encima de partidos» ante la «división total» de su antigua colectividad. Su crítica al Gobierno es mordaz, alegando que Petro «traicionó el cambio» y ejerce el poder con «corrupción». De igual manera, despacha al uribismo, recordando que «ya gobernó también con corrupción [y] mató gente».
La exalcaldesa argumenta que el «saboteo de políticos que se matonean en Bogotá» impide enfrentar problemas críticos como el crimen y el deterioro de la salud, buscando así posicionarse como la única opción enfocada en la solución pragmática de problemas.
Gestión en Bogotá
Para atraer a la clase media y a los sectores urbanos, López centra su discurso en la «moderación efectiva» y su trayectoria administrativa. Destaca su gestión en Bogotá con la creación de 24 Manzanas del Cuidado y la entrega de 78.000 becas, buscando diferenciarse de sus contendores: «No habló de justicia social. yo sí lo hice».
Su visión se enfoca en «enderezar el rumbo» del país, priorizando la seguridad ciudadana y un desarrollo regional desvinculado de dependencias externas.
Riesgo de la Fragmentación
A pesar de su buena imagen en ciertos nichos, la candidatura de López enfrenta desafíos estructurales. Analistas coinciden en que el «centro sigue sin encontrar una estrategia clara», lo que podría obstaculizar su paso a una eventual segunda vuelta, especialmente cuando otras figuras de centro compiten por el mismo electorado.
Además, su figura genera alta polarización; su estilo confrontacional le ha valido una reciente denuncia penal por parte del Gobierno, a lo que ella respondió con la acusación de que Petro «me quiere callar». Este pulso continuo subraya que, aunque se opone a los extremos, su candidatura se inscribe en un ambiente de intensa confrontación política.