Los aranceles del 25% al acero y aluminio, y el gravamen general del 10% que impacta productos clave como flores, café, banano, aguacate y confecciones.
Delegado de alto nivel llega a Bogotá para negociar el futuro del intercambio bilateral tras las polémicas medidas impuestas por Washington.
La cuerda floja del comercio bilateral entre Colombia y Estados Unidos se tensa aún más con la llegada a Bogotá de Daniel Watson, representante adjunto para el hemisferio occidental de la Oficina del Representante Comercial estadounidense. Su visita de alto nivel, que inició ayer martes, buscando desatar el nudo de las recientes medidas arancelarias impuestas por Washington, que han puesto en jaque las exportaciones colombianas.
La reunión de Watson da continuidad a un diálogo previo, calificado de «abierto, franco, amable y respetuoso», entre la ministra de Comercio (e) Cielo Rusinque y el embajador Jamieson Greer. Sin embargo, la amabilidad no oculta la urgencia de resolver el espinoso tema de los aranceles del 25% al acero y aluminio, y el gravamen general del 10% que impacta productos clave como flores, café, banano, aguacate y confecciones.
Colombia ha puesto sobre la mesa la necesidad de acuerdos «mutuamente benéficos» que derriben las barreras arancelarias y no arancelarias. La insistencia en la admisibilidad sanitaria de las apetecidas pasifloras, las carnes de bovino y pollo, y la mejora de las condiciones para el aguacate y los arándanos, son puntos cruciales en la negociación.
Pero la ambición colombiana va más allá. La ministra Rusinque ha expresado el firme interés del país en convertirse en proveedor de cannabis medicinal e industrial para el mercado estadounidense, un movimiento estratégico que se alinea con la política nacional de sustitución de cultivos ilícitos y que observa de cerca la reclasificación del cannabis en las normativas internas de EE.UU.
A pesar de la presión, el Ministerio de Comercio ha dejado claro que la política económica y comercial de Colombia mantendrá su rumbo hacia la «reindustrialización, la diversificación de la oferta exportable y de mercados y la protección de los intereses nacionales». La visita de Watson se presenta como un pulso crucial para definir el futuro de una relación comercial vital, donde miles de millones de dólares y el sustento de miles de familias colombianas penden de un hilo.