El porce
La televisión ha repetido varias veces la imagen de las manifestaciones de los parientes y amigos de los rehenes de Hamas contra el gobierno de Netanyahu.
Lo acusan de no parar la guerra impidiendo la libertad de los rehenes,(o sus cadáveres), de las manos de los dañinos militantes de Hamas.
Hace un año era esporádicamente cuando las cámaras se centraban en quienes llevaban carteles bifontes con las fotos del primer ministro judío y Pablo Escobar.
En los últimos días, ante la cruel arremetida de las tropas israelíes contra los habitantes de Gaza ,los manifestantes que le exigen a su gobierno que pare la masacre, han sido muchísimos más y los carteles de Pablo y Bibi, como llaman a Benjamín Netanyahu ,han vuelto a aparecer.
Esta comparación parece ser una forma de expresar su descontento con lo que perciben y condenan como un abuso de poder o una gestión equivocada.
Es una comparación fuerte y simbólica, diseñada para captar atención y subrayar las preocupaciones de los manifestantes ,sobre todo cuando se ha sabido que el rompimiento de la tregua tenía un fin eminentemente electorero del actual primer ministro.
Necesitaba calmar a la extrema derecha del parlamento israelí porque son los que le dan mayoría para que no se apruebe una moción de censura y se vea obligado a convocar elecciones.
Rompiendo la tregua, elevando el número de edificios destruidos y sobre todo masacrando con sus bombardeos a decenas de mujeres y niños, el primer ministro cohesiona sus fuerzas políticas y hace creer que así le devolverán los rehenes.
Razón tienen entonces en compararlo con Pablo Escobar pues en todo el mundo se sabe que el supercapo antioqueño era terco y cruel haciendo estallar repetidamente lo que fuera con tal de abonar a su cuenta del control político.
Es la historia la que nos ha enseñado que esa clase de seres humanos cabalgan hacia la gloria o la derrota pisoteando cadáveres de mujeres y niños inocentes con tal de satisfacer sus íntimas venganzas.