El líder del CAPSAT, Coronel Michael Randrianirina, anunció la toma del poder desde el palacio presidencial, declarando: «Vamos a asumir nuestras responsabilidades, por ello tomamos el poder».
Clima de Insurrección Popular
Primicia Diario
ANTANANARIVO, Madagascar
La inestable arena política de Madagascar ha sido testigo de un nuevo e implacable quiebre constitucional. Una facción del Ejército, capitaneada por la unidad de élite CAPSAT, ha consumado un golpe de Estado tras semanas de efervescencia social que culminaron con la destitución parlamentaria y la huida del presidente Andry Rajoelina.
El golpe de timón, ejecutado alrededor del 14 de octubre de 2025, no solo subraya la inestabilidad crónica de la nación insular, sino que reescribe el capítulo de un líder que, irónicamente, ascendió al poder en 2009 mediante un mecanismo similar.
Clamor Popular
La crisis se gestó en las calles, donde una ola de protestas masivas, impulsadas en gran medida por la «Generación Z», denunciaba sin tregua la pobreza galopante, los cortes endémicos de electricidad y agua y las acusaciones de corrupción.
La represión gubernamental, que dejó un saldo trágico de al menos 22 muertos y cientos de heridos, solo avivó la llama de la protesta, precipitando el colapso institucional.
Rebelión de CAPSAT
El punto de inflexión llegó con la fractura de la lealtad militar. El Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (CAPSAT), una unidad de élite que maneja la logística crucial, se amotinó, declarando su negativa a reprimir a los manifestantes. Esta alianza de tanques y pueblo en la capital, Antananarivo, privó a Rajoelina de su último pilar de poder.
Tras la defección militar, los eventos se precipitaron:
El presidente Andry Rajoelina abandonó el país previo, buscando refugio en un «lugar seguro» en el extranjero, presumiblemente bajo la protección de terceros.
A pesar de que Rajoelina intentó disolverla por decreto, la Asamblea Nacional votó a favor de su destitución.
El líder del CAPSAT, Coronel Michael Randrianirina, anunció la toma del poder desde el palacio presidencial, declarando: «Vamos a asumir nuestras responsabilidades, por ello tomamos el poder». La junta militar insurrecta declaró la suspensión de la Constitución y la formación de un consejo de gobierno.
Rajoelina, por su parte, emitió un comunicado condenando la acción militar como una «declaración ilegal» y una «grave violación del estado de derecho», aunque sin capacidad efectiva para contrarrestarla.
Un Retorno al Precedente
El ciclo de inestabilidad se cierra con una nota de amarga ironía: el CAPSAT, la misma fuerza militar que en 2009 derrocó al entonces presidente Marc Ravalomanana y allanó el camino para el ascenso de Rajoelina, ahora actúa como el verdugo de su régimen, subrayando la determinante influencia del Ejército en la alternancia del poder malgache en respuesta a la profunda crisis socioeconómica.