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EL FANTASMA

Olivia Miller

La muerte de Diomedes Díaz, el «Cacique de La Junta», en diciembre de 2013, conmocionó a Colombia. Sin embargo, para su hijo, Rafael Santos, el adiós del ídolo vallenato se gestó horas antes de la confirmación oficial. En el programa «Se Dice de Mí» de Caracol Televisión, Santos reveló detalles que sembraron dudas sobre las circunstancias del fallecimiento.

Rafael Santos planeaba pasar la Navidad de 2013 con su padre, una tradición familiar. No obstante, una llamada sorpresiva le alertó sobre el mal estado de salud del «Cacique». Fue una notificación que él no creyó del todo. «Cuando la señora que vivía con él dice, ‘está muy mal’, llevaba seis horas de muerto y él estaba solo», expresó Santos en la entrevista. «Cómo una persona convaleciente lo van a dejar solo. Dicen que le dio un infarto, pero el corazón de mi papá estaba recién construido, tenía ocho años de ser operado. A mí me entregaron muerto a mi papá».

Un sepelio multitudinario 

El sepelio de Diomedes Díaz fue un evento multitudinario y desgarrador que paralizó al país. Familiares, amigos y miles de fanáticos se volcaron a las calles para despedir al artista. Rafael Díaz, hermano del «Cacique», describió ese momento como «muy triste, se paralizó todo, hasta se nubló el sol. Sí, se quedó en silencio, entonces no se sentía nada. Fue un dolor muy grande». Iván Villazón, colega y amigo, también lamentó: «muy triste para nosotros, los que lo quisimos, compartimos con él».

Pero, en medio del dolor, Rafael Santos recordó una petición particular de su padre. Diomedes no quería que nadie llorara en su velorio; deseaba que todos pusieran su música. «Eso lo logré hacer la última noche antes de que lo enterraran», añadió Santos.

Premonición de los dos perros

Quizás lo más sobrecogedor de las revelaciones de Rafael Santos fue la extraña premonición de Diomedes sobre su propio velorio. «Decía, pero de verdad, el día que yo me muera yo no voy a llorar, dame ese gusto. Y si llegan dos perros debajo del cajón, déjelos ahí que ellos tienen que llegar. Así fue, llegaron dos, un día antes de enterrarlo, y se postraron abajo del cajón y durmieron allá abajo», puntualizó Santos.

Este hecho, vivido tal cual lo había predicho el «Cacique», aceleró el corazón de Rafael Santos y le erizó la piel, sintiendo como si su padre le estuviera comunicando una última vez. «Así lo vi, todo lo que me dijo, salió», concluyó, dejando un halo de misterio sobre la profunda conexión entre el «Cacique» y el más allá.