La aurora austral, también conocida como luces del sur, es un fenómeno natural de luces brillantes y coloridas que se produce en el cielo nocturno de la Antártida. Es el equivalente de la aurora boreal que se ve en el hemisferio norte.

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El cielo nocturno del hemisferio sur se ilumina con un espectáculo sin igual conocido como aurora austral, o «luces del sur». Este fenómeno, que tiene su contraparte en el hemisferio norte con la aurora boreal, es el resultado de una danza cósmica entre el Sol y la Tierra.

Luces del sur

El proceso comienza en nuestra estrella, el Sol, que emite un flujo constante de partículas cargadas, denominado viento solar. Cuando estas partículas de alta velocidad se aproximan a la Tierra, son desviadas por el campo magnético terrestre, una especie de escudo protector. Sin embargo, en los polos, este campo se curva, creando «embudos» que permiten que las partículas solares entren en la atmósfera a altitudes de entre 100 y 300 kilómetros.

Una vez allí, las partículas chocan con los átomos de oxígeno y nitrógeno. Estas colisiones excitan los átomos, liberando energía en forma de luz. El color del fenómeno depende del tipo de gas y de la altura a la que ocurre la colisión:

«Verde y rojo»: Producidos principalmente por el oxígeno. El color verde es el más común y característico.

«Azul y púrpura»: Creados por las colisiones con el nitrógeno.

Presenciar el fenómeno

La aurora austral es visible en el óvalo auroral, la zona que rodea el círculo polar antártico. Los destinos más destacados para la observación son la Antártida, Nueva Zelanda (especialmente la Isla Sur), Tasmania (Australia), y el extremo sur de Chile y Argentina (en la Patagonia y Tierra del Fuego).

Para disfrutar de la mejor experiencia, se recomienda viajar entre marzo y septiembre, cuando las noches son más largas y oscuras. Es crucial alejarse de la contaminación lumínica de las ciudades y consultar el pronóstico de actividad solar, que se mide con el índice KP.

Impacto en la tecnología

A pesar de su belleza, el mismo fenómeno solar que da vida a las auroras puede tener consecuencias tecnológicas. Las tormentas solares intensas pueden afectar las comunicaciones por radio, dañar los satélites en órbita e incluso provocar fallos en las redes eléctricas. Por ello, el monitoreo del clima espacial se ha vuelto vital para proteger la infraestructura moderna de estas perturbaciones naturales.