Joaquín «El Chapo» Guzmán e Ismael «El Mayo» Zambada

Amalia Williams

New York

La legendaria alianza criminal entre Joaquín «El Chapo» Guzmán e Ismael «El Mayo» Zambada, que cimentó el poder del Cártel de Sinaloa durante décadas, está a punto de disolverse por completo. Según documentos judiciales, «El Mayo» tiene previsto declararse culpable de varios delitos de narcotráfico en una audiencia en Nueva York el próximo 25 de agosto, lo que le permitirá evitar un juicio.

La dupla detrás del imperio

La sociedad entre «El Chapo» y «El Mayo» fue estratégica y complementaria. Mientras que «El Chapo» era el líder mediático y el rostro visible de la organización —famoso por sus fugas y túneles—, «El Mayo» operaba «desde las sombras». Su perfil discreto y su habilidad para la logística y las finanzas le permitieron evadir a la justicia por más de 40 años, convirtiéndose en el único gran capo que nunca había sido capturado hasta su reciente detención en julio de 2024.

La alianza se fortaleció tras la primera fuga de «El Chapo» en 2001, cuando «El Mayo» le ofreció el 50% de la cocaína que recibía de Sudamérica, lo que le permitió a Guzmán recuperar su poder. A diferencia de otros cárteles, su relación se mantuvo sin enfrentamientos directos, lo que les permitió consolidar su dominio en el tráfico de drogas.

Cártel de Sinaloa

La captura de «El Mayo» y su inminente declaración de culpabilidad marcan un punto de inflexión en la historia del narcotráfico. A pesar de su lealtad, la relación entre las facciones de «El Mayo» y «Los Chapitos» —los hijos de «El Chapo»— se había deteriorado tras la extradición de Guzmán, desencadenando una violenta guerra interna por el control del cártel.

El acuerdo de culpabilidad de Zambada, un movimiento sorpresivo que se hizo posible después de que la Fiscalía de EE. UU. decidiera no buscar la pena de muerte en su contra, podría profundizar aún más las divisiones y reconfigurar el mapa criminal en México, abriendo la puerta a nuevas alianzas y conflictos.

Desde ‘El Chapo’ hasta ‘El Mayo’. Nueva York se ha vuelto el «confesionario» de los narcos mexicanos.