El Cabo de Hornos es el punto más austral de la Tierra del Fuego, notorio por ser el lugar geográfico donde la «furia del mar» se manifiesta por la confluencia y el choque violento de las aguas de los océanos Atlántico y Pacífico. Históricamente, se le conoce como el «cementerio de barcos» debido a sus vientos huracanados, grandes olas y corrientes impredecibles.
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El Cabo de Hornos es, geográficamente, el punto más austral de la Tierra del Fuego, pero su notoriedad trasciende su ubicación para convertirse en un símbolo de la potencia indomable del océano.
Este lugar es mundialmente famoso por ser el epicentro de la «furia del mar», un fenómeno natural extremo provocado por la confluencia y el choque violento de las aguas de los océanos Atlántico y Pacífico. La colisión de estas vastas masas de agua genera condiciones meteorológicas y marítimas brutalmente impredecibles.
Históricamente, el Cabo de Hornos ha representado el mayor desafío para la navegación global, una tumba acuática para innumerables marineros y un hito de leyenda para quienes han logrado rodearlo.
La temida reputación de este promontorio se debe a la ausencia de cualquier masa continental a latitudes meridionales similares, lo que permite que el Viento del Oeste (los «Roaring Forties» y los «Furious Fifties») circule sin obstáculos alrededor de la Antártida. Al encontrarse con la escasa profundidad del estrecho pasaje de Drake, estas gigantescas olas del océano austral se levantan y se vuelven abruptas, convirtiendo la travesía en una lucha de supervivencia constante.
Rodear el Cabo de Hornos era la ruta comercial obligatoria para las embarcaciones que se dirigían de Europa a las costas occidentales de América antes de la apertura del Canal de Panamá en 1914. Hoy, el «hornazo» es el desafío supremo para los navegantes deportivos de élite, y aquellos que logran completar la hazaña son admitidos en la cofradía de los «Horners», en honor a la peligrosa tradición marítima que define la mística de este punto final del continente.