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Habemus Papam: EL PROCESO DETRÁS DE LA ELECCIÓN PAPAL

Cónclave en El Vaticano 

Tras el fallecimiento del Papa Francisco, se inicia el proceso canónico para elegir a su sucesor. El cardenal Camarlengo certifica la muerte y se sellan los aposentos papales. El Vaticano anuncia el deceso, las campanas repican y comienza un periodo de luto de nueve días. El Decano del Colegio Cardenalicio convoca a los cardenales a Roma para las Congregaciones Generales, donde se organiza el cónclave y se fija la fecha del funeral. Símbolos papales como el Anillo del Pescador son destruidos.

Votaciones:

Las votaciones son secretas. Cada cardenal escribe el nombre de su elegido en una papeleta doblada.

Se realizan hasta cuatro votaciones al día (dos por la mañana y dos por la tarde).

Para ser elegido Papa, un candidato necesita obtener una mayoría de dos tercios de los votos.

Tras cada votación, las papeletas se queman. Si no se ha elegido a un Papa, se añade paja húmeda a las papeletas para producir humo negro («fumata nera»), indicando que la elección aún no ha concluido.

Cuando se alcanza la mayoría de dos tercios para un candidato, las papeletas se queman solas, produciendo humo blanco («fumata bianca»), que anuncia al mundo que se ha elegido un nuevo Papa.

El cónclave, llevado a cabo en la Capilla Sixtina, reúne a los cardenales menores de 80 años, quienes son aislados del exterior y emiten votos secretos. Se requieren dos tercios de los votos para la elección. El humo negro indica una votación inconclusa, mientras que el humo blanco anuncia la elección del nuevo Papa. Tras la aceptación del elegido, el cardenal decano proclama el «Habemus Papam!» desde el balcón de San Pedro, y el nuevo pontífice imparte su primera bendición Urbi et Orbi. La duración del cónclave es variable.