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Historia y medicina: EL TERMÓMETRO DE MERCURIO

Termómetro de Mercurio 

Robin Prieto

 

Las madres tienen la capacidad de, con solo tocar a sus hijos saber si tienen o no fiebre, aun así, para confirmarlo, probablemente muchas de ellas pusieron en nuestras axilas un termómetro; esos raros tubos de vidrio que no eran fáciles de leer y que frecuentemente se rompían dejando escapar el mercurio, un extraño metal, el único en estado líquido en su forma natural.

Se considera que el primero en fabricar un termómetro médico fue el físico italiano Santorio Santorio quien basado en los trabajos de Galileo Galilei adaptó dicho dispositivo en 1612, introduciendo vino tinto dentro de un tubo sellado; esto permitió hacer algo antes imposible, comparar la temperatura entre diferentes pacientes. Años más tarde se empleó el alcohol en vez del vino; esos primeros instrumentos no tenían una escala graduada para asignar un valor numérico preciso a la temperatura.

El termómetro de mercurio fue inventado por el físico e ingeniero polaco de origen alemán Daniel Gabriel Fahrenheit en 1714, quien además en 1724 estableció la escala de temperatura que lleva su nombre. El principio del termómetro se basaba en la expansión y contracción del mercurio con los cambios de temperatura. La invención de este instrumento, así como de la escala numérica, permitieron disponer de un método unificado y preciso para medir la temperatura corporal.

Consta de un tubo capilar de vidrio con un bulbo en un extremo el cual contiene mercurio, cuando la temperatura aumenta, el mercurio se dilata y sube por el capilar, cuando la temperatura desciende, se contrae y baja; las marcas en la escala de vidrio permiten determinar la temperatura.

En 1742 el astrónomo sueco Anders Celsius ideó la escala que lleva su nombre, la cual solo fue adoptada en la mayoría de los países a partir de la sexta o séptima década del siglo XX. La temperatura normal del cuerpo humano en grados Celsius oscila entre 36.5°C y 37.4°C, siendo 37°C (98.6°F) considerado el valor normal.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha promovido la no utilización del mercurio en dispositivos médicos debido a su toxicidad y al impacto ambiental. Actualmente el termómetro de mercurio ha sido reemplazado casi por completo, dando paso a los termómetros digitales o infrarrojos, alternativas seguras y ecológicas que permiten lecturas más rápidas, almacenamiento de datos y mayor facilidad de limpieza y desinfección.

El termómetro de mercurio representa la unión entre el conocimiento físico y su aplicación clínica, su simplicidad y durabilidad le permitieron permanecer por más de 250 años al servicio de la medicina. Su legado perdurará como símbolo de la precisión científica y del progreso de la medicina moderna. Fue un instrumento que acompañó a generaciones de médicos y familias y permitió que la temperatura dejara de ser una percepción subjetiva para convertirse en un parámetro cuantificable y universal.