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José Graziano da Silva: LA LUCHA CONTRA EL HAMBRE COMO PRIORIDAD POLÍTICA Y DERECHO HUMANO

José Graziano da Silva,Director General de la FAO

 

 

Damaris Castillo Romero 

Bogotá, Colombia

En el marco de la conmemoración de los 80 años de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), conversamos con José Graziano da Silva, figura clave en el combate global contra el hambre, quien se desempeñó como Representante Regional para América Latina y el Caribe (2006-2011) y posteriormente como Director General de la FAO. Su liderazgo marcó un hito en la región al posicionar la seguridad alimentaria como una prioridad política ineludible.

Desafíos Estructurales

Graziano da Silva identifica la desigualdad como el principal desafío estructural de América Latina, una problemática arraigada en la distribución de la tierra y del ingreso. Señala que, a pesar de ser un continente de vocación agrícola, la región se ha centrado históricamente en aumentar la producción sin prestar suficiente atención a la distribución de alimentos. En este sentido, la FAO, durante su gestión, aportó una dimensión crucial: el concepto de seguridad alimentaria y sistemas alimentarios, logrando que el combate al hambre se convirtiera en una prioridad política para la mayoría de los países, especialmente tras la crisis de precios de 2007-2008. El exdirector subraya que la mayor contribución de la FAO fue promover la cooperación interregional en torno a esta causa vital.

El Rol de América Latina 

Reflexionando sobre la génesis de la FAO en 1945, Graziano da Silva destaca la visión de Sir John Boyd Orr, el primer Director General, quien, con el respaldo político de Eleanor Roosevelt, logró que el combate al hambre fuese la prioridad fundacional de la Organización, más allá de la mera asistencia técnica agrícola.

La influencia del programa brasileño «Hambre Cero» fue directa y profunda. Esta experiencia exitosa en un país con millones de personas en pobreza extrema demostró que es posible erradicar el hambre con voluntad política y determinación, impactando incluso en la formulación del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 2 («Hambre Cero»). Asimismo, la Conferencia Internacional sobre la Reforma Agraria (ICARDA) de 2006 en Porto Alegre, Brasil, revivió la idea de un desarrollo territorial equitativo, esencial para la erradicación del hambre y la miseria, una necesidad que, según Graziano, aún persiste en la región.

Lecciones Aprendidas

La lección más relevante de su gestión, que considera fundamental para las nuevas generaciones, es que el hambre es, ante todo, un tema político, no meramente tecnológico. Recordando la «Revolución Verde» de los años 70, que evitó hambrunas a través de avances tecnológicos en semillas, subraya que la difusión y aplicación de estas innovaciones requieren un fuerte apoyo político para ser efectivas. «La FAO aprendió que hay que trabajar la política, por encima de todo», enfatiza Graziano.

Uno de los programas más significativos durante su liderazgo regional fue el impulso de los Frentes Parlamentarios Contra el Hambre. Este modelo, replicado globalmente, es vital para involucrar no solo al Poder Ejecutivo, sino también a los legisladores en la lucha contra el hambre, asegurando la sostenibilidad a través de leyes y la inclusión del derecho humano a la alimentación adecuada en las constituciones. Aunque la región fue pionera en el programa «América Latina Sin Hambre 2025», Graziano lamenta que el objetivo no se haya cumplido plenamente debido a retrocesos en el compromiso político de algunos países. Insiste en que la seguridad alimentaria es un derecho humano fundamental, una verdad por la que la FAO debe seguir trabajando incansablemente.