La polarización en Colombia escaló del discurso a la violencia, sembrando la muerte y llevando a la sociedad a un punto de no retorno.
La política enferma la mente: ¿División ideológica de Colombia detrás de su crisis de salud mental?
Centro de Investigación
Primicia Diario
La salud mental de los colombianos se ha convertido en una víctima silenciosa de la polarización política. Lo que antes era un debate de ideas, se ha transformado en un campo de batalla emocional que deja una huella profunda en la psique de la sociedad. Analistas y expertos en salud pública advierten que la constante confrontación política, alimentada por discursos incendiarios y amplificada en las redes sociales, está generando una epidemia de estrés, ansiedad y depresión en el país.
El daño no es nuevo. La historia de Colombia está marcada por la corrupción y la violencia, con una clase política que, en el pasado, legitimó la desposesión de tierras y la criminalidad. Esta herencia ha creado un caldo de cultivo para un ambiente de desconfianza que hoy se manifiesta en una división política sin precedentes. La polarización, que alguna vez fue un fenómeno de élites, ha permeado la vida cotidiana, fragmentando familias y amistades.
La mente en el campo de batalla
Expertos en salud mental han identificado cómo este ambiente tóxico afecta directamente a la población. El primer síntoma es el estrés y la ansiedad constantes. La gente se siente atrapada en un estado de «guerra psicológica», donde el miedo al «otro» (quien piensa diferente) genera un agotamiento mental que se manifiesta en la vida personal y laboral.
Este clima de confrontación destruye los lazos sociales y la confianza, pilares de cualquier sociedad. La polarización no sólo divide a la gente en grupos antagónicos, sino que también socava la capacidad de diálogo, promoviendo el aislamiento social y la soledad. La gente se encierra en sus «burbujas» de información, donde el único contacto es con personas que piensan igual, reforzando sus prejuicios y alimentando un sentido de desesperanza.
A largo plazo, esta situación puede derivar en trastornos de depresión. La percepción de un futuro incierto y la impotencia para cambiar el rumbo del país se combinan para crear un sentimiento de desesperanza que puede ser devastador para la salud mental. En este ambiente, la agresividad y la intolerancia se normalizan, transformando las conversaciones en ataques personales y comentarios de odio, especialmente en el mundo digital.
La fábrica de la polarización
En Colombia, la polarización ha girado en torno a figuras políticas fuertes que han creado bandos emocionales. Históricamente, el debate se centró en la figura del expresidente Álvaro Uribe, y más recientemente, con la llegada de Gustavo Petro al poder, se ha reconfigurado en un «petrismo» y «antipetrismo». Ambos bandos han contribuido a la descalificación del contrario: la derecha advierte sobre el «castrochavismo» y la izquierda estigmatiza a la derecha como un grupo paramilitar y corrupto.
La retórica de estos líderes ha sido amplificada por los medios de comunicación que en su mayoría han tomado parte para favorecer sus agendas políticas y económicas. a través de la polarización,la manipulación y la mentira. Por su parte, los algoritmos de las redes sociales refuerzan esta dinámica, creando «cámaras de eco» que validan las creencias de cada usuario y refuerzan los prejuicios.
Salud pública
Las consecuencias de esta polarización se evidencian en las alarmantes estadísticas de salud mental en Colombia. Un estudio del Ministerio de Salud reveló que el 66.3% de los colombianos ha enfrentado algún problema de salud mental, un dato que subraya la fragilidad del bienestar psicológico de la población.
Aún más preocupante es el impacto en los jóvenes: un informe de UNICEF encontró que casi la mitad de los niños y jóvenes del país (44.7%) tienen indicios de afectaciones mentales. Aunque la ansiedad y la depresión son los trastornos más comunes, el aumento de casos de suicidio en menores de edad y adultos mayores es una señal de que el problema está escalando.
La crisis es tan profunda que cerca de la mitad de los colombianos (44.5%) considera que su propio hogar es el lugar más propenso para desarrollar problemas de salud mental, donde la polarización ha ingresado. .
La polarización en Colombia no es un simple desacuerdo político. Es un problema de salud pública que está afectando la estabilidad emocional de millones de personas. Sin una solución a esta división, la sociedad colombiana continuará sufriendo el costo invisible, pero devastador, de una guerra que se libra en las mentes de sus habitantes.
Los líderes políticos de la izquierda Gustavo Petro y de la derecha, Álvaro Uribe, ha llevado a Colombia a una situación crítica al borde del conflicto.
La gente se siente atrapada en un estado de «guerra psicológica», donde el miedo al «otro» (quien piensa diferente) genera un agotamiento mental que se manifiesta en la vida personal y laboral.