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La Dispersión del Microtráfico Tras la Caída de «El Bronx»: EL ESPECTRO DE LAS «OLLAS»

El histórico Parque Santander, antes un punto de encuentro familiar en Bogotá, ahora enfrenta la toma del espacio público por expendedores de drogas, con una marcada presencia de redes criminales de origen venezolano. Esta situación transforma el parque en un foco de microtráfico y deterioro de la seguridad.

 

 

 

Julian Orozco

Bogotá D.C.

Bogotá enfrenta un sombrío legado de intervenciones urbanas. Tras la demolición de «El Cartucho» (1998) y la subsiguiente intervención de «El Bronx» (2016), los grandes epicentros del crimen organizado y el consumo de drogas no se extinguieron; por el contrario, sufrieron una mutación y reorganización territorial que ha llevado a la proliferación de múltiples y menos visibles «ollas» –el término que designa estos puntos de microtráfico y consumo.

La estrategia de desmantelamiento generó un efecto no deseado: el problema se dispersó, volviéndose más esquivo para el control policial y la intervención social.

Fragmentación Invisible

Tanto «El Cartucho» (hoy Parque Tercer Milenio) como «El Bronx» (en Los Mártires) funcionaban como verdaderas «oficinas del crimen», concentrando el microtráfico, el tráfico de armas, la extorsión y la explotación. La acción de las autoridades, aunque necesaria para desarticular a los «ganchos» y otras estructuras criminales, produjo una doble consecuencia, según reportes de la Fundación Ideas para la Paz (FIP):

Se desmantelaron los macro-expendios de una o dos manzanas, dificultando la centralización de las economías ilícitas.

El microtráfico y, con él, la población habitante de calle, se desplazó a zonas aledañas y, sobre todo, a otras localidades de la ciudad, obligando a las redes a adoptar un modelo más fragmentado e invisible.

 Geografía Criminal

Hoy, las autoridades luchan por evitar la consolidación de un nuevo «mega-Bronx», pero el fenómeno ha fortalecido focos de alta complejidad:

San Bernardo: Este barrio, en la localidad de Santa Fe, es mencionado en informes recientes como la nueva «olla» del centro, donde la abundancia de desechos, microtráfico y la presencia de habitantes de calle replican las dramáticas dinámicas de sus predecesores.

Corabastos y Periferia: En el suroccidente (Kennedy), la Central de Abastos y barrios como «El Amparo» y «María Paz» se han convertido en puntos clave. Las bodegas de reciclaje, una economía informal vital para los habitantes de calle, se utilizan como fachada para camuflar el expendio de sustancias.

Expansión Descentralizada: El microtráfico ya no se limita al centro. Se ha extendido a localidades como Puente Aranda, Antonio Nariño, Chapinero y Bosa, con focos de expendio que se concentran en menos de diez cuadras a la redonda en barrios específicos.

Mutación y Violencia 

La dispersión obligó a los grupos criminales a una rápida adaptación. Las nuevas «ollas» siguen siendo nodos donde confluyen el narcotráfico y otras «economías ilegales», como el reciclaje y la venta ambulante, que se usan como «rebusque».

Sin embargo, la pugna por el control territorial en estos nuevos focos ha escalado. La violencia narco, que antes se centralizaba, ahora se manifiesta de forma itinerante, con reportes sobre el hallazgo de cuerpos descuartizados en distintas localidades, evidenciando que la guerra entre bandas se ha mudado de lugar, sin cesar.

La lección es clara: la simple demolición de los centros de expendio ataca el síntoma, pero no soluciona el problema estructural del microtráfico y la habitabilidad en calle, transformándolo en un desafío de seguridad más descentralizado, difuso y, a menudo, más violento.

Las nuevas «ollas» siguen siendo nodos donde confluyen el narcotráfico y otras «economías ilegales», como el reciclaje y la venta ambulante, que se usan como «rebusque».