El mejor mensaje de la Marcha del Silencio
Javier Sánchez
Primicia Diario
La reciente Marcha del Silencio en Colombia, concebida como un solemne clamor ciudadano por la paz y en rechazo a la polarización, lamentablemente vio su noble propósito desdibujado por la apropiación política y episodios de agresión. Aquella jornada, gestada para distanciarse de las confrontaciones que han caracterizado la vida pública del país, se vio ensombrecida por el comportamiento de algunos participantes.
En diversas ciudades, se documentaron incidentes de agresión y amenazas contra periodistas de medios distintos a los tradicionalmente consolidados. Múltiples registros audiovisuales evidenciaron cómo estos comunicadores fueron señalados y acusados de «subversivos» o «petristas», en una flagrante vulneración de la libertad de prensa y los derechos humanos fundamentales.
Es profundamente lamentable que la genuina intención de una jornada que anhelaba la paz para todos los colombianos fuera empañada por el actuar de individuos que, con sus consignas, buscaron profundizar la polarización que tanto daño ha infligido a la nación. La edificación de la paz demanda un esfuerzo colectivo desinteresado, ajeno a intereses particulares y agendas políticas.
Voces en la Marcha: Entre la Preocupación y el Oportunismo
Durante la ‘Marcha del Silencio’ en Barranquilla, el presidente del Senado, Efraín Cepeda, expresó su preocupación por su seguridad, reflejando la tensión inherente a la jornada. Simultáneamente, el grito de «¡Fuera los HP!, Honorables Políticos del Congreso» resonó en Barranquilla, evidenciando un profundo rechazo ciudadano hacia parte de la clase política, incluso mientras algunos de ellos posaban para las cámaras.
En medio del evento, el precandidato Sergio Fajardo, consultado sobre las garantías electorales para 2026, enfatizó que «la confianza no se decreta, se construye», una declaración que resonó con la necesidad de confianza y estabilidad.
El exministro Wilson Ruiz calificó la manifestación como «una marcha pacífica, la Marcha del Silencio, a la cual todos aspiramos. Que este Gobierno ya no genere más violencia con sus discursos de odio, aquí tenemos que dar discursos pacíficos», resaltando el carácter pacífico que debía prevalecer.
La analista Laura Camila Vargas planteó un llamado a la cordura, cuestionando si la marcha fue realmente por la paz o «un espacio para más odio y oportunismos», criticando la incoherencia al observar tanto un rechazo a la violencia como su ejercicio. Asimismo, hizo un llamado a que tanto el presidente Petro como la oposición «bajen el tono» de sus discursos.
El oportunismo político también se hizo evidente, con el exvicepresidente Francisco Santos apropiándose de la jornada al anunciarla como «apenas el inicio de una resistencia» contra el gobierno de Gustavo Petro. Este gesto desvió el foco de un movimiento ciudadano hacia una agenda partidista.
El rechazo a los ataques a la prensa fue contundente; Cristina Plazas M. condenó las agresiones contra los periodistas de RTVC Noticias, enfatizando que «en este país existe la libertad de prensa, y nadie puede exigir parcialidad a punta de agresiones o vías de hecho».
Se observó una notable diferencia entre los precandidatos. Mientras David Luna fue el único precandidato que guardó estricto silencio, comprendiendo la esencia de la «Marcha del Silencio».
Otros aprovecharon la presencia de medios para «pontificar de la paz», a pesar de haber impulsado la polarización. De hecho, una precandidata fue vista buscando activamente interactuar con los asistentes, acompañada de un equipo de cámaras, en un aparente intento de posar de líder y manipular la percepción pública de un supuesto respaldo masivo.
Un contundente llamado a la nación fue emitido por estudiantes colombianos, quienes exigieron poner fin al ciclo de odio, mentira, calumnia y manipulación que consideran está fracturando el tejido social del país. Su mensaje subraya la urgencia de construir un ambiente de diálogo y respeto mutuo.