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Las Aves Cantan por la Paz: PERO EL HOMBRE GRITA GUERRA

Red-crested Turaco

 

Óscar Javier Ferreira Vanegas

Las aves han sobrevivido durante milenios, superando desastres y tormentas. Lamentablemente, el ser humano no ha sido su aliado; incluso ha convertido su existencia en una sangrienta diversión para los reyes, quienes las convirtieron en blanco de sus escopetas durante sus jornadas de caza. En nuestro país, se encerraban palomas en lo alto de una vara y se liberaron súbitamente para celebrar torneos de «tiro al pichón». La cacería ha sido un «deporte» reservado a los privilegiados.

Las palomas buscan refugio en las torres de las catedrales; aunque su excremento es altamente corrosivo, esto no justifica que en la catedral primada de Colombia, el prelado haya ordenado la instalación de afiladas trampas de púas para acabar con cientos de ellas.

La paloma es un símbolo de paz, sin embargo, se ha convertido en un objetivo de tiro junto a otros pájaros que mueren a manos de jóvenes que creen que «se divierten» al cazarlas.

Las aves encuentran alimento en las migajas y piedrecillas del camino, y beben de los charcos. Para procrearse, deben amar. Mantienen una sociedad a su manera; algunas son altamente agresivas, pero actúan guiadas por su instinto de supervivencia.

A lo largo de la historia, las aves han acompañado al ser humano. Son las dueñas de los árboles y presagian tormentas al volar en círculos en el cielo.

Emprenden impresionantes travesías, migrando del norte al sur en jornadas que deslumbran a la ciencia. Siempre regresan a los humedales, que día a día ven disminuidos debido a la negligencia humana y la expansión urbanística. En los parapentes, el hombre busca experimentar la sensación de volar como lo hacen ellas.

La aerodinámica de su cuerpo ha sido imitada por la ciencia, y la aviación es un ejemplo de ello; sin embargo, esta imitación nunca podrá igualar al original. El cóndor de los Andes conquista las alturas, contemplando el paisaje de las agrestes cordilleras como un vigía del cielo. Al norte, el águila recorre el horizonte, volando hacia el sol. El ave es un símbolo de libertad, pero el ser humano las encierra y las masacra, empaquetándolas para su venta en los supermercados.

Las aves cantan y seducen al ser humano. Si pudiéramos entender el mensaje de su canto, tal vez acogeríamos sus consejos y sus llamados a la paz y al amor, porque las aves no le cantan a la guerra.

Como cantó el maestro Adolfo Pacheco en su «Mochuelo», la jaula no puede ser una prisión para estos indefensos seres. Millones de canarios viven encarcelados para satisfacer la vanidad humana, y sus hermosos cantos, sublimes e incomprensibles para nosotros, resuenan al amanecer. Las aves han inspirado miles de canciones.

Sin embargo, ellas vuelan y nos enseñan a soñar. Las jaulas no deberían existir.