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CHARLATANES ESPECULAN SOBRE NUEVOS TEMBLORES

charlatanUn señor dice que volverá a temblar, y recomienda que tengamos ropa ligera, linterna, agua potable, celular con batería cargada y minutos de recarga; porque puede ser más fuerte, y quizás haya, ahora sí, una tragedia. 

 

Jairo Cala Otero

Bucaramanga

Primicia Diario

 

Pasado el gran susto ─para muchos el primer gran susto de sus vidas─ que dejó  el fuerte sismo que sacudió a las tres cuartas partes de Colombia, con epicentro en el municipio santandereano de Los Santos, cerca de Bucaramanga, los comentarios de los más chicos giran todavía, 36 horas después, alrededor del fuerte impacto emocional que el fenómeno natural sembró en ellos. «Yo dormí anoche con mi hermana, de 16 años. De solo pensar en que hubiera otro temblor no iba a ser capaz de dormir en mi cuarto, yo solo», me contó Orlando Rafael, de 12 años, un vecino del edificio donde yo resido.

Tras abandonar el ascensor de camino al Colegio Aurelio Martínez Mutis, donde cursa séptimo grado, se lo notaba un poco nervioso todavía. Da la impresión de que en su mente aún está muy fresco el golpe psicológico que el estregón horizontal de la Tierra le dejó la tarde del martes pasado. Y para confirmarlo, le pregunto:

─ ¿Usted nunca había sentido un temblor?

─ Pues, sí. Pero como el del martes, ¡nunca! Yo no me imaginé que la Tierra pudiera moverse tan fuertemente; vecino, es que ¡parecía que el edificio se iba a caer al suelo! ¿Usted no lo sintió, acaso?

Entre la salida del ascensor y la portería de la urbanización (unos 60 metros), Orlando Rafael caminó nervioso, mirando al suelo y detallando la apariencia de las demás torres habitacionales. Le pregunté, entonces, que si todavía tenía temor de un nuevo sacudón.

─ ¡Claro que sí! Mi hermana me puso a escuchar anoche un mensaje que le llegó a su cuenta de Facebook. Un señor dice que volverá a temblar, y recomienda que tengamos ropa ligera, linterna, agua potable, celular con batería cargada y minutos de recarga; porque puede ser más fuerte, y quizás haya, ahora sí, una tragedia.

Le puse mi mano derecha sobre su cabeza, de motilado rapado, y le dije que no creyera en tonterías. «Hay muchos charlatanes haciendo bromas con algo tan serio como un temblor. Otros, simplemente, quieren impresionar e infundir terror en los más crédulos; pero son especulaciones sin ningún sustento científico, ningún fenómeno natural se puede predecir, porque nadie sabe cuándo ni a qué hora podría suceder uno», le dije a mi vecinito, al tiempo que lo despedía cuando despuntó para su colegio, ubicado a pocas cuadras del sector.

Tras retornar de una diligencia personal, verifiqué las «predicciones seudocientíficas» de los ignaros. Efectivamente, encontré en la red global que hubo gente insensata que se puso a especular con nuevas arremetidas del planeta Tierra. Algunos afirmaron que en 12 horas habría otro sismo, y que sería de mayores proporciones que el del martes 10 de marzo. ¡Cuánto vago hay suelto!, me dije.

¿Cómo se produce un temblor?

En estos casos lo prudente es escuchar a los científicos, no a los charlatanes; mucho menos a los ignorantes que ni idea tienen de cómo se produce un temblor.

De la mano de la tesis Evaluación de la amenaza sísmica de Colombia mediante análisis de valores extremos historicos, que elaboró Pablo Antonio Garzón Casares, para optar al título de magister en Ingeniería y Geotecnia, para la Universidad Nacional de Colombia, las especulaciones quedan derrotadas y esparciadas por el suelo: «Un sismo es un evento físico causado por la liberación repentina de energía, debida a una dislocación o desplazamiento de la corteza terrestre; parte de la energía es irradiada en todas las direcciones en forma de ondas elásticas u ondas sísmicas que generan vibraciones del terreno, de tal manera que las obras de infraestructura pueden encontrarse sujetas a cargas sísmicas que pueden causar deformaciones importantes en estas hasta fallarlas, por lo que es necesario determinar su respuesta sísmica; entonces, la respuesta sísmica de una estructura depende de la forma como los movimientos sísmicos del terreno afectan la estructura a través de su cimentación. Los parámetros inherentes al movimiento son el desplazamiento, la velocidad y la aceleración; sin embargo, la amenaza sísmica, generalmente, es estimada únicamente en función de valores de aceleración».

charlaAlgunos afirmaron que en 12 horas habría otro sismo, y que sería de mayores proporciones que el del martes 10 de marzo. ¡Cuánto vago hay suelto!, me dije. 

¿Se puede predecir un sismo?

Por su parte, la estudiosa María Mónica Arcila Rivera, geóloga de Ingeominas, sostiene en un estudio por ella realizado que en nuestro país «se registran, en promedio cada año, siete sismos de entre 5,0 y 5,9 grados de magnitud; y uno de entre 6,0 y 6,9. Desde 1964, año que marca el inicio de la instrumentación moderna, se han registrado seis de entre 7,0 y 7,9 grados, y uno de magnitud 8,1».

Ante la ingenuidad de muchos connacionales, expresada en la aseveración de que en un tiempo determinado se producirá otro temblor, o hasta un terremoto, la científica clombiana afirma que «en general, por predicción sísmica se entiende la capacidad de conocer dónde y cuándo va a producirse un terremoto, y cuál va a ser su magnitud. Desde los inicios de la sismología moderna, la predicción ha ocupado el interés de los sismólogos. En 1880, el inglés John Milne (1850-1913), considerado el creador de los sismógrafos, describió algunos posibles precursores sísmicos: cambios de las condiciones meteorológicas, de la temperatura de las fuentes termales, del comportamiento animal, aparición de efectos eléctricos en la atmósfera y recurrencia de microsismos. Casi un siglo después, los casos de Haicheng y Tangshan, en China, fueron un claro ejemplo de cómo la predicción sísmica ha estado marcada por aciertos y desaciertos».

Más adelante, luego de citar los resultados negativos de observaciones geológicas para predecir la ocurrencia de temblores de Tierra, la experta de Ingeominas cita el caso del Servicio Geológico de los Estados Unidos, que, junto con el estado de California, inició en 1985 «la instalación de una completa red de instrumentos para captar los procesos previos al que suponían sería el próximo terremoto, pero este no se presentó en el tiempo estimado y en dos ocasiones –20 de octubre de 1992 y 14 de noviembre de 1993– se emitieron falsas alarmas».

Añade la científica: «El 28 de septiembre de 2004, un terremoto de magnitud 6,0 se registró en esa área y se convirtió en el evento mejor registrado en la historia. No hubo precursores evidentes, lo que vuelve a mostrar que la predicción aún es imposible».

Más claro no podría quedar: es imposible predecir que un temblor de Tierra, o un terremoto, se registrará en una zona determinada, a una hora y en fechas determinadas también. En palabras de a centavo: son meras especulaciones. Si a los científicos, que tienen cómo hacer esos estimativos, les fallan los cálculos, con mayor razón han de fallarles a los charlatanes que por redes sociales hacen recomendaciones para aprovisionarse de elementos que podrían ser útiles en una enorme contingencia que resultase de un fenómeno natural.

María Mónica Arcila Rivera termina diciendo: «Mientras la predicción sísmica sea más un deseo que una realidad, es necesario acudir a la educación para la prevención, pues esta aporta los elementos necesarios para saber qué hacer antes, durante y después de un terremoto que puede sorprender en cualquier momento y lugar». Educar, ese sí es el consejo. Primero para que no haya tanto individuo especulando sobre lo que no sabe; segundo, para que los ciudadanos sepan cómo comportarse frente a eventuales reacciones de la naturaleza.

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Edificaciones con sistemas antisísmicos

El Gobierno de Santander y el de Bucaramanga anunciaron que reunirían sus comités de emergencias para analizar cómo está la capital del departamento frente a las normas para que las constructoras cumplan con los requisitos de sismorresistencia. El asunto salió a flote ante las innumerables averías que quedaron en edificios y casas después del temblor del martes 10 de marzo.

Un estudio general de amenaza sísmica de Colombia (1996) sirvió como una de las bases para adoptar las normas colombianas de diseño y construcción sismorresistente (conocidas como NSR-98); sin embargo, actualmente ellas han sido remplazadas por el Reglamento colombiano de construcción sismorresistente de construcciones sismorresistentes, expedida por el Decreto 926 del 19 de marzo del 2010.

Según sostiene el ingeniero Luis Enrique Aycardi, presidente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sísmica, «la actualización NSR-10 se llevó a cabo con la participación de más de mil profesionales entre arquitectos e ingenieros, quienes contribuyeron con valiosos aportes para su realización. El resultado fue el más completo contenido en materia de requisitos mínimos que garantizan el fin primordial de la norma previsto en la Ley 400 del 97: amparar las vidas humanas ante un sismo fuerte y proteger el patrimonio del Estado y de los ciudadanos, dado que una estructura construida bajo la NSR debe ser capaz de resistir temblores de poca intensidad sin daño, temblores de mediana intensidad sin daño estructural y un temblor fuerte sin colapso».

Como uno de los puntos más relevantes de esa actualización está el nuevo mapa de sismicidad, elaborado por la Red Sismológica Nacional, adscrita a Ingeominas, «que permite identificar de manera más acertada las zonas de amenaza sísmica a lo largo y ancho de nuestro país, y las cuales permiten variaciones en los diseños estructurales según la zona sea alta, intermedia o baja. Para realizar este mapa se registraron entre 1995 y 2009 alrededor de 22000 eventos adicionales (a los 13000 que crearon la versión NSR-98), que permitieron realizar un mejor estimativo de la amenaza sísmica nacional».

Por ahora, Orlando Rafael, mi vecino de 12 años, dejará de inquietarse, seguramente. Volverá a dormir en su habitación; y, lo más seguro, ya no se ocupará de pensar en si es cierto que habrá otro temblor tan fuerte como el de las 3:55 de la tarde del 10 de marzo de 2015.