Opinión

Columnista: LA GUAJIRA Y LA MUERTE

romero

Jeisson Romero Infante

@Jeikinfante

Mientras en gran parte del territorio nacional nos sentamos frente a un televisor para animar a la selección Colombia de fútbol que disputa el campeonato de la Copa América, en La Guajira se agrava una problemática harto conocida, la muerte de niños y niñas por desnutrición. Básicamente, mueren de hambre y de sed. Las causas de ésta problemática que afecta a nuestros niños son muchas: La sequía, la contaminación de los principales afluentes por la explotación de recursos naturales, corrupción en todas sus formas, ausencia e inoperancia del Estado y hasta indiferencia de la ciudadanía, de todos.

La Guajira es uno de los departamentos en el país que más recibe dinero por concepto de regalías, alrededor de 850 mil millones. Paradójicamente, hace parte del grupo de departamentos con un  desarrollo incipiente en Colombia (según el estudio “Tipologías departamentales y municipales” del Departamento Nacional de Planeación) Del dinero que recibe La Guajira se destina, en teoría, unos 180 mil millones para atender la primera infancia.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) junto con la gobernación de La Guajira, puso en marcha el Programa de Alimentación y Nutrición (PAN) para alimentar a los niños y niñas del departamento, con un presupuesto alrededor de 5 mil millones de pesos. Dicho programa se ha visto envuelto, como casi todo en el país, en un escándalo de corrupción representado en un detrimento patrimonial de 2.800 millones de pesos, según investigaciones hechas por la Contraloría. A dichas denuncias se suman las hechas por Noticias Uno el pasado fin de semana en donde quedó en evidencia como los contratistas, o uno de los tantos, del ICBF alteraban las planillas del alimento hasta el mes de agosto de 2015 y, para ser aún más descarada la realidad que viven los niños y niñas en La Guajira, los contratistas ya tenían calculado los beneficios de las dietas. Mejor dicho, según consta en las planillas, los niños ya se comieron lo que les correspondía de julio y agosto y ya estaban bien alimentados. Bastante alarmante el panorama.

El departamento de La Guajira, es la viva imagen de un país que en materia pública se encuentra en una debacle que solo podría ser igualada por países del continente africano, esto sin hablar del Chocó. En cifras del Banco Mundial, la tasa de mortalidad de menores de cinco años por cada 1.000 nacimientos es de 55. Esa desalentadora cifra pertenece a Ruanda, pero La Guajira no se encuentra muy lejos de esa media, está con una tasa de 45. Escalofriante cifra.

Mientras en La Habana estamos hablando de paz con las FARC y la forma como los integrantes de esa organización al margen de la ley dejarán las armas y se reintegrarán a la vida civil, poco o nada se ha hablado de los derechos de los niños, del mínimo vital que debe tener cualquier infante que nazca en el territorio colombiano. En un país que se escandaliza más por la muerte de unos soldados, que valga decirlo, son muertes que nos deben doler a todos; no hay razón lógica que exista para que seamos indiferentes y demos la espalda a una parte de nuestra sociedad que se encuentra en un abandono total por parte del Estado, muriendo; cuando todos como sociedad nos interesa más la alineación que va a poner Pékerman para el próximo partido.