Actualidad, TOP

CRÓNICA DE UNA SEMANA HISTÓRICA

Juan Manuel Santos,Rodrigo LondonoLa posición en las FARC es clara, el Acuerdo Final es definitivo y ya está firmado desde el 12 de noviembre. Llevamos cinco años de discusiones con el gobierno de Colombia, no se ve por qué haya que revisar lo pactado con opositores que en todo tiempo se negaron a participar en las conversaciones.

 

 

 

 

 

 

Ocho días después de salir de La Habana es muy probable que algunos de los nuestros deban regresar a ella para asistir al sepelio del Comandante en Jefe.

 

Gabriel Ángel 


Ha sido tan agitada la semana última que sólo me atrevería a compararla con los días más difíciles de la guerra, cuando los bombardeos y desembarcos de la tropa enemiga hacían correr desesperadamente las horas, y los días se sucedían tan rápidamente que uno no alcanzaba a retener en el recuerdo de modo ordenado las incidencias que se sobrevenían una tras otra. Hace ocho días nos hallábamos en La Habana y todo se ha sucedido con prisa desbocada.

Se había dicho que la firma del Acuerdo Final estaba pendiente y que sería en los siguientes días, aunque no se sabía con exactitud. Quizás ocho o diez después, el gobierno no parecía muy preocupado por eso. De pronto se supo que al volver el Presidente del exterior había expresado su afán por firmar cuanto antes el documento. Y de acuerdo con la notificación sería en Bogotá el martes siguiente, es decir, el 22 de noviembre, apenas dos días después.

Hubo que hacer maletas con urgencia. Había molestia con la delegación con el gobierno. Por su parquedad en cuanto al acto y su preparación. Por su silencio frente a la arremetida que estaban sufriendo dirigentes y activistas populares en diferentes zonas del país, por el desalojo violento del campamento por la paz en la Plaza de Bolívar. Señales nada estimulantes para ambiente de garantías que debía acompañar la suscripción de un acuerdo definitivo de paz.

El vuelo partió a las 10 y 15 minutos del Lunes 21. Nos informaron que estaríamos en Barranquilla en tres horas y media y así fue. Luego fueron hora y cuarenta minutos hasta Bogotá. El doctor Jaime Avendaño, de la Presidencia, y la UNIPEP, Unidad Policial para la Edificación de la Paz, nos recibieron afablemente en el aeropuerto El Dorado. Los mandos de la Policía procedieron a indicarnos de manera formal y tranquila las instrucciones de rigor para la seguridad.

Hasta aquí nos acompañaron las personalidades garantes, es decir los delegados de los gobiernos de Noruega, Cuba y Colombia, además de los representantes de la Cruz Roja Internacional. Exceptuando a los nacionales, los demás se vieron obligados a los trámites de inmigración. Los funcionarios sonreían a los guerrilleros y cuando por confusión le fue solicitado a alguno el pasaporte, de inmediato brotaron las excusas de rigor, qué pena con usted, señor.

Quizás seamos los únicos colombianos que ingresan al país sin el lleno de ningún requisito. Pronto nos hallamos en los vehículos que nos trasladan al lugar de alojamiento. Vuelvo a ver la calle 26, larga, recta y atestada de vehículos. Nos precede un grupo de motocicletas policiales, al tiempo que otras escoltan la caravana a los lados. Las ventanillas deben ir cubiertas por las cortinas, pero aprovechamos para mirar por entre ellas las edificaciones y la gente en los andenes.

A la entrada del lugar hay retenes policiales impidiendo el paso a vehículos y personas. Nosotros pasamos de largo y entramos al parqueadero de la casa. Se trata de un centro de encuentros religiosos, San Pedro Claver, un sitio muy bonito y acogedor. Allí nos esperan los miembros del Secretariado que ya se hallaban en Bogotá y varios de los integrantes farianos del grupo de monitoreo y verificación que desde hace un tiempo se encuentra en la capital.

El internet de los cuartos entra como un cañón. En el parqueadero los miembros del Secretariado se habían hecho varias fotos con la pared como fondo. En cuanto me acomodo en la alcoba asignada y me conecto a la red, me sorprendo al ver en la página de entrada de Caracol Radio la fotografía que hacía apenas unos minutos antes se habían hecho los jefes. Se lo comento a Timo y sonríe. Toda la prensa registra la llegada de Timoshenko para la firma del Acuerdo Definitivo.

Aunque hay incertidumbres. Saliendo de La Habana nos enteramos de que la firma del Acuerdo había sido aplazada para el jueves 24. Pronto leemos el registro de una declaración del Presidente donde niega que se haya definido fecha y lugar para la firma. Las noticias dicen que el Centro Democrático y los del No se hallan reunidos con el gobierno para formular sus reparos. Terminada esa reunión, informan que ellos piden reunirse con las FARC para tratar el tema.

La posición en las FARC es clara, el Acuerdo Final es definitivo y ya está firmado desde el 12 de noviembre. Llevamos cinco años de discusiones con el gobierno de Colombia, no se ve por qué haya que revisar lo pactado con opositores que en todo tiempo se negaron a participar en las conversaciones. Sobre todo si sus inquietudes ya fueron recogidas y discutidas de nuevo. Al día siguiente habrá reunión con los delegados del gobierno. Algo deberá salir en claro.

Bogotá es fría, pero chévere, decían las calcomanías adheridas a los vehículos en mis tiempos de estudiante. En esa época había buses del transporte urbano y las avenidas no sólo eran menos sino más estrechas. A todos nos golpea el tremendo frío de la capital, es comprensible, viajamos de La Habana. Vuelvo a sentir opresión en el pecho y dificultad para respirar el aire helado. Había olvidado lo que significaba meterse a una cama con sábanas refrigeradas.

La atención en la casa es excelente. En lo fundamental nos entendemos con la madre Torcoroma y una hermana sencilla y sonriente. De vez en cuando tropezamos con algún sacerdote. Hay una recepcionista, Camila, laica, que se esmera por satisfacer con diligencia la menor de nuestras inquietudes. Un grupo de mujeres se encarga de los servicios de alimentación y aseo. No pueden ser más ágiles y amables. Se trata de empleadas de uniforme, de notoria condición humilde.

El dispositivo de seguridad es evidente. Automóviles blindados con escoltas para acompañar cualquier salida del lugar. Nos dicen que aparte de la UNIPEP, de uniforme caqui y verde, hay personal de la Unidad Nacional de Protección. Resulta inevitable el trato con ellos, así como sumamente grata la relación que vamos entablando. Respiramos calor humano, respeto y buena disposición. La enemistad de ayer se transforma rápidamente en fraternidad.

Somos varios los que contamos con familia en Bogotá, con la que por razones comprensibles no hemos sostenido contacto durante muchos años. La oportunidad para establecerlo es envidiable. La Policía Nacional nos colabora para los respectivos traslados a diversos rincones de la capital. He vuelto a abrazar a mamá, que a sus 83 años recién padece de Alzheimer. Está viejita, pero es muy linda y sus ojos le brillan con incomparable felicidad al abrazarme y besarme.

De ella y de mi hermana sesentona, muy bella aún también, escucho con disimulado dolor el relato de la muerte de papá, once años atrás. La Negra que me acompaña se enternece viendo las fotografías de la familia tomadas más de treinta años atrás. Sonríe complacida al ver las fotos de mi infancia y juventud. Felicita a mamá por su aspecto. Observo los cuadros con las fotografías de mis viejos cuando jóvenes y hermosos, me cuesta trabajo contener las lágrimas.

En La Habana conocí que había vuelto a ser abuelo. Mi hija menor había alumbrado en Bogotá un niño unas semanas atrás y deliraba porque yo pudiera conocerlo. Para el parto y cuidados posteriores había convidado a su mamá, desde la costa. Apenas saliendo del sitio de hospedaje les avisé que caería por allá. Su sorpresa fue tanta como la dicha compartida. Almuerzo especial y brindis emocionados. Pocas horas para tanta angustia contenida, pero algo es algo.

Encontré también algunos de mis hermanos. Curiosamente todos mayores que yo, pero con muy buen aspecto. Escucho sus historias de vida, sus matrimonios, divorcios y nuevas uniones. Sus hijos profesionales o estudiantes incluso en el extranjero. Una sobrina a la que conocí muy niña, sufrió un cáncer que al fin pudo superar. Es profesional con varias especializaciones. Pero no consigue trabajo, su hoja de vida médica la condena a la indigencia, así es la ley.

Entre una visita y otra se dan también las exploraciones libres por el internet. Y las comidas diarias en el restaurante de la Casa de Encuentros. Una verdadera delicia por la naturaleza de los platos y su sazón. Comida colombiana y bogotana con sabor de hogar. Huevos revueltos, changua, caldo de costilla o carne guisada con arepa al desayuno, se turnan con la bandeja paisa, el ajiaco o la sobrebarriga del almuerzo o la cena. Muchísimos años sin comer así, un sueño.

Pero la política sigue siendo la nota dominante. Veo a Timo supremamente preocupado. Se suponía que habíamos viajado para la firma del Acuerdo Final del 12 noviembre, ya publicado oficialmente por decisión de ambas partes. Pero los delegados del gobierno, que discuten con los nuestros en una sala de la Casa, han traído unas propuestas extrañas. Aseguran que hay que cambiar parte de lo relacionado con los militares, por supuesta presión de ellos.

El debate se complica. El propio gobierno, que había emitido declaraciones públicas en el sentido de que el Acuerdo firmado días atrás en La Habana era definitivo, ahora se contradecía. Exigía modificaciones puntuales, sobre la base de presionar con el inminente acto público, ya anunciado para el jueves 24 a las once de la mañana en el Teatro Colón. Los asesores jurídicos de las FARC se desgastan demostrando la inconveniencia para los militares de lo sugerido ahora.

Resulta innegable el aroma a chantaje de último momento. Lo más fácil es pensar que se trata de las influencias ejercidas por los personeros del No sobre un importante sector de los agentes estatales. Pero es que también hay otros de ellos, incluso dentro de la prisión,  que comulgan más con la fórmula pactada que con la planteada a último momento.  Que se preocupan por la suerte final a la que pueden quedar condenados con los cambios. El pulso es duro.

Por otra parte se aceptó la integración de una comisión que paralelamente se ocupara de la preparación del acto público. Por fortuna se había vivido de antemano la experiencia de Cartagena y de entrada se procuró que no se repitieran los inconvenientes de ese día. Todo se coordinó sin problemas. Los del gobierno propusieron el grupo musical, lo del himno y la canción que sería interpretada. No hubo objeción. Se acordaron 10 minutos para cada discurso.

Las expectativas de uno y otro con la lista de invitados tuvieron también su frustración. Partiendo de un cupo de 800, inicialmente se pensó que cada parte elaborara una lista de 350. Pero luego vendría a imponerse una realidad abrumadora. Si asistían el Congreso en pleno y las Cortes, además del cuerpo diplomático, mandos militares y delegaciones obligatorias como las de los países garantes y acompañantes y otras, apurado quedarían cien cupos, 50 por cada parte.

FIDEL CASTRO

Paso el día pegado a las redes sociales. La conmoción global producida por la muerte de Fidel, pese a que por su edad y estado todo el mundo presentía que ocurriría en cualquier momento, es la mejor prueba de la grandeza acumulada en vida por él gracias a sus ideas y a su inmensurable fuerza moral. Cuba podrá ser vista como una nación pobre desde el punto de vista de los índices de desarrollo capitalistas, pero humana y socialmente es el mejor ejemplo del orbe.

Sólo quiero destacar un hecho pues no es este el lugar para ocuparme de la defensa de Fidel y la revolución, que entre otras cosas no requieren defensa alguna. En la última Asamblea General de la ONU, exceptuando a los Estados Unidos e Israel, que por primera vez se abstuvieron, todos los gobiernos del mundo condenaron el bloqueo estadounidense a Cuba en una muestra de solidaridad histórica. Cincuenta años antes pensaban muy diferente. La diferencia es Fidel.

Una semana después de salir de La Habana es muy probable que algunos de los nuestros deban regresar a ella para asistir al sepelio del Comandante en Jefe. Modestamente me gustaría ser uno de ellos. Frente al Memorial José Martí, del otro lado de la emblemática Plaza de la Revolución, las imágenes del Che Guevara y Camilo Cienfuegos contemplarán la más grande movilización inspirada por Fidel en la historia de Cuba, su desfile final al Paraíso que ganó de sobra.

24112016-IMGL6310.jpg
Foto: Boris Guevara

Aspecto de los invitados a participar en la firma del acuerdo final de paz, entre el Gobierno y las FARC.

 

firma11Un documento histórico para Colombia, la firma del acuerdo definitivo de paz.