Opinión

LA MEJOR DECISIÓN

dura

Jaime Durán Barrera

Columnista Invitado

Colombia al buscar una salida negociada del conflicto armado, más largo de la historia de América Latina, no sólo abrió la puerta a la oportunidad de vivir en un país sin violencia, sino de plantear un consenso político válido para todos los colombianos.

El conflicto armado ha sido un problema que sólo ha tenido perdedores y víctimas. A más de medio siglo se puede afirmar que son incontables las consecuencias que ha producido en la población: desplazamientos forzosos, empobrecimiento, pérdidas humanas, materiales y sociales, además del cuantioso costo económico.

Según cifras del Banco Mundial, Colombia es el país de América Latina de mayor gasto militar en proporción a su Producto Interno Bruto (PIB). Y Diego Otero, ExViceministro de Minas ha calculado que el Estado Colombiano ha gastado aproximadamente 179 mil millones de dólares en el abordaje del conflicto desde el punto de vista militar.

Dineros que han podido invertirse en áreas estratégicas para el desarrollo y el abordaje definitivo de los problemas estructurales del país, pero que se utilizaron en tratar de resolver el conflicto.

Un estudio realizado por el Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) concluyó que el Producto Interno Bruto (PIB) se duplicaría cada 8,5 años sin el conflicto armado en Colombia y no cada 18,5 años, como ha pasado.

Por otra parte, en el estudio «Costos Económicos y Sociales del Conflicto en Colombia'» de la Universidad de los Andes, se obtuvo un escenario similar: el país ha tenido una pérdida, en los últimos años, del 4,4 por ciento de su PIB.

Este estudio explica que “dado que la tasa de crecimiento anual de Colombia, entre 2000 y 2009, ha estado alrededor de 3,8 por ciento, el conflicto armado le ha costado a Colombia más de 100 por ciento de su tasa de crecimiento anual promedio en este período”. Cifras que hablan por sí solas de la necesidad de asumir esta oportunidad histórica en pos del futuro de los colombianos.

Por ello, creo firmemente que votar por el Sí en el Plebiscito de la Paz es la mejor decisión, porque es preferible trabajar con determinación y compromiso por un proyecto de país donde todos estemos incluidos que sostener un conflicto armado que sólo reporta pérdidas.