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CRECE EL «CARRUSEL»

 

Nuevas revelaciones sobre el mayor escándalo de corrupción de Bogotá, se conocieron en las últimas horas. Inversiones multimillonarias en proyectos inmobiliarios en el exterior, por parte de los implicados en el cobro de comisiones y coimas, se conocieron.

Infiltración a la Corte Suprema de Justicia, donde fue sustraída la versión del ex congresista, Germán Olano, quien determinó revelar  pormenores de las acciones que se desarrollaron en el Distrito de Bogotá, para apoderarse de millonarios recursos.

Amenazas a políticos y familiares de quienes se atreven a denunciar las irregularidades.

Cada día se conocen detalles que dejan sorprendidos a los bogotanos y colombianos sobre la mafia que estaba manejando los recursos de los contribuyentes, mientras que gente de escasos recursos llegó  hasta a perder  su vida por falta de presupuesto en salud, educación, vivienda, entre otros.

Este hecho vergonzoso debe ser castigado con todo el peso de la ley, para evitar que se repitan casos de corrupción.

No puede la ciudad elegir y nombrar personas que se dedican a saquear los recursos públicos, para beneficio propio en detrimento de la mayoría de los habitantes capitalinos.

Esta pesadilla debe terminar pronto, con la condena de los culpables y la persecución de las autoridades, para tratar de recuperar una buena parte del dinero sustraído del erario.

Las investigaciones deben continuar, a pesar de las dilaciones que han emprendido los abogados que defienden a los implicados en corrupción, que buscan sacar de la cárcel a sus representados con el argumento de vencimiento de términos.

La Corte Suprema de Justicia, la Procuraduría General de la Nación y  la Fiscalía General han demostrado que están realizando un trabajo serio en contra de quienes traicionaron la confianza ciudadana, con lo cual buscan hacer justicia.

El mayor caso de corrupción en Bogotá denominado «el carrusel de la contratación», debe servir de ejemplo de sanción judicial y ciudadana, contra los delincuentes de «cuello blanco», que abusaron sin contemplación alguna del poder que les entregó una comunidad ansiosa de resultados positivos para el desarrollo y progreso de la principal ciudad colombiana.

Los corruptos deben recibir el castigo que se merecen.