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CRÓNICA POLÍTICA: SOLO DIOS SALVÓ A SANTOS EN EL DEBATE A LA REFORMA A LA JUSTICIA

 Los ministros Vargas y Esguerra han evitado la primera derrota de Santos en el Congreso con la ayuda del ponente de la Reforma Política, senador Jesús Ignacio García.

 

 

 

 

 

 

 

Luis Felipe Gómez Maldonado

Editor político

Primicia 

 

Nada fácil se muestra  el panorama para  el Gobierno y los congresistas del Senado que se dieron la pela para aprobar  la Reforma Constitucional sin incluir micos en los debates surtidos en la Cámara Alta,  porque el tránsito que le espera al proyecto en la Cámara de Representantes, en donde se escenificarán  los últimos dos debates en Comisión Primera y Plenaria, no será nada fácil.

El Ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra Portocarrero, deberá permanecer  con los ojos mucho más abiertos y los oídos mucho  más despiertos, porque donde el número de congresistas es mayor, mayor es el riesgo de que lo sorprendan con cualquier acto de indisciplina entre los miembros de la llamada mesa de unidad nacional. Algunos  jefes del Senado que no ocultan sus extrañas aspiraciones y ambiciones de pronto ya impartieron instrucciones.

Voceros amigos de la Comisión de Acusación, por ejemplo, buscarán salvarla.

Quienes observábamos el debate desde la “pesera”, (sitio donde se reúnen  los periodistas y algunos estorbosos asesores de senadores y ministros para ver y escuchar  tras un grueso vidrio la plenaria), fuimos testigos de que el jefe de la cartera de Justicia  estaba más preocupado por defender otros artículos que por descubrir que dentro de los conservadores y algunos de la U se orquestaba una sinfonía de desorden para sabotear el artículo que pedía acabar con el Consejo Superior de la Judicatura.

Minutos antes, los senadores del Polo Democrático Alternativo colaboraban sin querer queriendo con los disidentes del oficialismo, cuando a través de Alexander López, anunciaban su retiro del debate. Resolvieron tomar las de Villadiego en vez de defender  con argumentos la razón de sus votos negativos, como comentó luego  en el salón social  el ahora progresista Jorge Guevara.

Ahí sí tacaron burro los opositores porque marraron en sus cuentas. Pensaban que retirándose del salón  iban a desbaratar el quórum. Pero no.

En seguida el  senador de la U,  Carlos Enrique Soto, y el conservador José Darío Salazar pidieron la palabra para anunciar su desacuerdo  con la desaparición del Consejo Superior de la Judicatura. Estaba en jaque la coalición del Gobierno. Salazar sin embargo le pidió al Ministro que explicara a la plenaria las razones para acabar con el alto tribunal, pero cuando pasó al  atril, no pudo chistar nada, no le dieron la palabra.

En medio de un cruce de opiniones de otros senadores que respaldaban la solicitud de que no le quitaran el tanque de oxígeno  a la cuarta corte, se produjo la votación y vaya sorpresa para el ministro y el ponente Jesús Ignacio García. Se partió la votación que venía dándose y no alcanzó, gracias a Dios, la mayoría de 51 sufragios  porque se  hubiese hundido el artículo.

No faltó nada para que se armara una zambra. Unos se pusieron de pie y se fueron a manotear y vociferar en la tarima de la mesa directiva, otros gritaban. En fin, era Troya. Poco a poco a pesar de la poca fuerza de la voz del presidente Juan Manuel Corzo que no decidía llamar a una nueva votación o llegar a un acuerdo,  se decidió  nombrar una subcomisión con voceros de los partidos, los ponentes y el Ministro Esguerra.

En medio del despelote aparecieron como por arte de magia en el salón  otros ministros, como el de Hacienda y el nuevo del Interior que no se ha posesionado.  Los refuerzos dieron su fruto.

Brilló entonces la voz salvadora de Roberto Gerlein que con su sabiduría y gracia ordenó el debate, después hablaron los duros de los partidos amigos del Gobierno y gracias al diálogo  entre curules, se volvió a la calma, se reabrió la votación y ¡oh sorpresa…! el resultado fue 65 contra 0… nada había pasado?

Queda de todas maneras en la película periodística  que al parecer  todo el bochinche se debió  a una protesta de la bancada conservadora que está enojada, porque a pesar de pertenecer al grupo de amigos del Gobierno, poco han  comido de la torta burocrática.  

Después de ser amos y señores en el Gobierno  de Álvaro Uribe, hoy apenas lucen como trofeo la cartera de Hacienda que además aguanta con tozudez  los embates de los amigos de la U que la quieren para ellos y que para conseguirlo han tratado incluso de hacerle varias mociones de censura a Juan Carlos Echeverry.

No se nos escapa que el presidente del Partido Conservador, Efraín Cepeda, por ejemplo, incluso reclamó en el debate y en medio de la camorra que esta “es la undécima vez “  que los goditos salvan al Gobierno. Pero la verdad es será salvarlo de su propio montaje de rebeldía.

Ordenado el debate, pasada la tempestad, apareció la calma. Levantamos los ojos hacia las barras y descubrimos que habían volado los funcionarios del Consejo Superior de la Judicatura que minutos antes hacían fuerza para no quedarse sin “chamba”. Como siempre, los que calan son los trabajadores.

De ahí para allá no se sintió para nada la ausencia de los 40 honorables senadores ausentistas que armaron  maleta y se fueron para su  provincia o se hallaban en sus oficinas, ni la jugada del Polo Democrático.

Sólo se volvieron a despertar los senadores asistentes cuando se trató de incluir  el mico que rondaba buscando que los Congresistas investigados penalmente solo fueran objeto de captura cuando la sentencia quedara ejecutoriada, (esto es dos o tres años después de que se abra una investigación formal) y no cuando se emitiera la resolución de acusación.

A pesar de las propuestas de los senadores Luis Fernando Duque y Roy Barreras de que se aprobara el artículo con ese orangután. Advertencias e invitaciones sabias del abogado Enríquez Maya y del ministro Juan Carlos Esguerra de que no se buscaran dolores de cabeza con la opinión pública y los medios de comunicación, hicieron recobrar la conciencia a los legisladores que  con 52 votos contra 0, salvaron la reforma a la Justicia, que aunque no es la panacea, de algo servirá.

Sin embargo, como lo dijimos al principio de la nota, le queda el paso duro y pedregoso de la Cámara de Representantes, aunque en las comisiones conciliadoras podría salvarse el trabajo de los políticos que aún trabajan con decoro y de manera juiciosa.

Lo cierto es que en el futuro habrá que incluir un artículo, en alguna Ley, que permita castigar con pérdida de investidura a los ausentistas. Los congresistas son elegidos por el pueblo para trabajar en el Capitolio Nacional y el Edifico Nuevo  aprobando o negando  las nuevas leyes, no para cobrar el sueldo desde la casa.