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EDITORIAL


 

Lo que faltaba

 

Un espectáculo vergonzoso pudo observar el mundo entero, cuando una comunidad indígena expulsó de su territorio al Ejército colombiano, luego de notificarlo para que desocupara la zona, por cuanto exigían el retiro de los agentes  armados que han protagonizado fuertes enfrentamientos, en los que la población civil ha sido afectada.

El conflicto entre los indígenas y los sectores armados, que realizan actividades en territorio aborigen, pudo ser controlado por las autoridades mediante el diálogo, pero la situación inicial no tuvo un manejo afortunado.

Ahora, la situación se complica cuando se anuncia adelantar acciones judiciales contra los nativos; para ello se iniciaron las indagaciones del caso por parte de la Fiscalía. Ahora, los indígenas, seguramente, protestarán  y ocasionarán nuevos enfrentamientos, que no contribuyen en nada al orden en esa región colombiana.

La utilización de un lenguaje agresivo entre voceros de las partes puede ocasionar que lejos de solucionarse el conflicto social, se agudice al punto que más temprano que tarde se pueda lamentar.

Es hora de actuar con los pies en la tierra, pensado primero en el país, y, sobre todo, en la pacificación de las zonas en conflicto.

Los indígenas, con toda razón declaran su hastío de la guerra, y esa es una determinación que en vez de ser combatida debe ser respaldada por la sociedad, que está cansada de una guerra sin cuartel que se libra entre colombianos.

Estos acontecimientos deben ser el punto de partida para buscar el diálogo, con miras a lograr que las nuevas generaciones puedan vivir en paz y armonía.

La guerra nos perjudica a todos, solo beneficia a los comerciantes de la muerte, que se lucran vendiendo armas a los protagonistas del conflicto bélico. Esos billonarios recursos invertidos en armamento podrían ser utilizados en salud, vivienda, alimentación y educación del pueblo colombiano, que afronta altos índices de miseria.

Esperamos que las tardías negociaciones entre el Gobierno y las comunidades indígenas puedan dar resultados, para el bien de la patria. Es hora de bajarle el tono a los enfrentamientos, tanto de algunos funcionarios como de los propios indígenas.

Colombia necesita y reclama la paz. Todos debemos contribuir a la construcción de un nuevo país, para poder cerrar la página de guerra y muerte en el libro de la historia de nuestro hermoso país, por cuanto la crisis debe ser una oportunidad para salir adelante.