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EL TLC ENTRE COLOMBIA Y COREA DEL SUR

Saulo Arboleda Gómez

Hay sólidas razones geopolíticas y económicas para suscribir un TLC entre Colombia y Corea del Sur, pues ambas economías plantean un favorable y reciproco potencial de comercio e inversión. Además, cada país quiere acceder al mercado regional al que pertenece el otro, para lo cual, Colombia adelanta una estrategia global de inserción a la región Asia-Pacífico que comprende los países asiáticos, los de Oceanía perteneciente al Asia Pacific Economic Cooperation– APEC, e India. Por su lado, a Corea, que presenta una rápida recuperación después de la crisis asiática de fines de 2000 y es uno de los principales exportadores de capitales al mundo, quiere entrar con mayor fuerza al mercado Colombiano, para acceder a sectores con potencial y estimular la transferencia de know-how para la integración de su economía en América-Latina.

 

Debe observarse que Colombia, después de la inversión extranjera directa, IED, tiene en sus exportaciones su segundo motor más dinámico, con un crecimiento por encima del PIB en los últimos años y que el TLC con Corea se da en un contexto general de gran potencial en el que Colombia muestra atractivas condiciones, pues nuestras exportaciones e importaciones a nivel global han crecido espectacularmente en los últimos cinco años, como lo muestran las cifras de más de US $ 100 mil millones en 2011.

 

Hoy Colombia acredita mejor capacidad negociadora, avalada primero, por sus favorables desempeños económicos, que lo han llevado a ranquearse dentro de los países emergentes -los llamados CIVETS   (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica)- con más dinamismo en sus economías; segundo, en términos de valor agregado, se evidencia que es más atractivo para Corea que para Colombia, un tratado de libre comercio, pues nuestra fuerza exportadora está en  materias primas y productos agrícolas, mientras que la de Corea se sustenta en productos manufacturados, muchos ya producidos en Colombia como es el caso de las autopartes y de los vehículos automotores, renglones en el que hay que andar con cuidado para no afectar a  unas industrias intensivas en desarrollo tecnológico y generación de empleo calificado. Y tercero, porque a nivel bilateral, además de que la relación comercial entre Colombia y Corea del Sur es pobre, pues en 2010 alcanzó apenas $ 1.820 millones, es altamente deficitaria para Colombia, si se tiene en cuenta que de estos US $ 1.820 millones, Corea nos vendió US $ 1.390 millones o sea el 76%, mientras que nos compró solo US $ 430 millones, es decir el 24%.

 

Sin duda, Colombia es hoy un polo de atracción de inversión extranjera directa en América Latina gracias a mejoras en seguridad, confianza y entorno de negocios, condiciones que Corea parece desconocer, pues de los US$27,64 miles de millones que invirtió en el mundo en 2007, sólo US$36,7 millones llegaron a Colombia, es decir, menos del 0,5%. Por ello, más que un TLC para vendernos productos terminados, Corea debe establecer plantas en nuestro país que sustituyan los bienes que les importamos, en sectores estratégicos por las condiciones del mercado como biocombustibles, servicios de tecnologías de información, turismo médico e infraestructura, industria automotriz, metalmecánica maquinaria y equipo, la industria de dispositivos médicos, la petroquímica, los recursos naturales infraestructura conexa, y la agroindustria.